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Erika se asomó a mi oficina para decirme que tenía a dos candidatas para SCE-D, pero no sabía por cuál decidirse.

Después de leer las hojas de vida y los resultados de las pruebas, la verdad es que ella lo había tenido todo bajo control porque no necesitaba mi ayuda para nada, sino solo que le dijera lo que subconscientemente quería oír:

Stelle beide ein.

Porque presupuesto tenía disponible hasta si hubiera querido expandir el equipo a seis cerotes más.


Estaba terminando la revisión de unos contratos cuando mi mamá me mandó un enlace que, creyendo que se trataba de algo relacionado con su boda, ignoré por algunos minutos.

"Leelo cuando tengas chance y me escribis o me llamas".

El mensaje me confundió porque no expresaba urgencia de manera explícita, pero algo de eso había en el hecho de que quería que me comunicara con ella para hablar sobre el asunto. Para evaluar mejor la situación, abrí el enlace con el objetivo de leer el titular, pero, entre que se tardó un mundo en cargar y que Mario llegó a decirme que ya era hora de ir a una reunión con los de Last Mile en el otro edificio, se me olvidó por completo.


Como todavía era temprano, hice una escala en el apartamento para cambiarme e ir al gimnasio, una decisión de último momento que en nada afectaba porque por lo general Bea se quedaba en el SLZ haciendo cualquier cosa para no llevarse trabajo a la casa (corregir, planificar, diseñar, qué sé yo), una movida psicológica que le había comenzado a servir muy bien.

Pero, para mi sorpresa, Bea estaba frente a la pantalla de su laptop, clavada en una lectura tan atenta y profunda que le era imposible parpadear.

Me le acerqué y le di un beso en la cabeza. Alcancé a ver que tenía abierta la página de Crítica Ciudadana y me acordé de mi mamá.

–¿De qué es? –le pregunté.

–Un despije de Patrimonium –me dijo.

Supongo que mi cara me puso en evidencia.

–El despacho del papá de Víctor... de Víctor.

Ah.

–¿Vale la pena leerlo?

Por toda respuesta, jaló la silla para que me sentara.

Antes de regresar al inicio, me dijo que no lo había comenzado a leer porque tenía algo que ver con el Gallo, sino porque el periodista había sido compañero suyo en la del Valle (en ese breve semestre en Comunicación Estratégica), y habían hecho un GoFundMe para sacarlo del país por eso que había escrito. 


El reportaje del único periódico que mantenía el compromiso de la independencia ideológica, porque se iban en contra de todos sin piedad, tenía los ingredientes de un chisme (profesional) de alta calidad: intriga, exclusividad, detalles jugosos, fuentes fidedignas, emoción, contexto hijueputa, relevancia, plot twists. Qué no tenía.

El detonante había sido aquella campaña sucia y la sed por encontrarle algún clavo al Chompipe porque, y esto no debía ser secreto, había quienes querían joderlo para que perdiera la tracción que había ganado luego de tanto candidato fallido. Pero el cuate era, más allá de sus momentos de pendejez viral y de ser quien ponía en perspectiva la gravedad de cómo habían sido el resto de los espermatozoides que entraron en carrera para acceder al óvulo, intachable.

Después de que si el Chompipe era gay o un inepto para las relaciones interpersonales, y que lo había "solucionado" con esa paja de que se había casado con la biblia y la Constitución, se esparció el rumor de que había comprado el título de jurista por la influencia que tenían sus papás en la universidad, pero fue la misma institución (que estaba en una etapa de combatir la mala fama que había adquirido durante años de años) la que publicó los registros de calificaciones y salieron algunos de sus compañeros y profesores dando declaraciones. Luego cuestionaron el tiempo en el que había trabajado en el gobierno estatal de Georgia como Analista Legislativo (lo que sea que eso signifique), que había sido más bien una pasantía de seis meses y no un trabajo como tal. Tecnicismos.

Huevos TibiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora