Nuestra decepción fue evidente al notar que quien entraba era Leo y Pol.Ya había oscurecido y seguíamos sin poder localizar a Alec. Ya ni siquiera alguien sugería un lugar al cuál podríamos ir, porque a estas alturas, habíamos buscado en cada lugar de esta ciudad.
—¿Ya podemos avisar a la policía? ¿O su padre necesita una noche más? —pregunté al momento que la puerta volvía a abrirse.
Alec.
Sentí mi alma volver al cuerpo. Como si su llegada hubiera regresado el aire a la sofocada habitación.
—¡Alec! —corrió Lyss a él para abrazarlo, pero su primo se mantuvo quieto. Perdido.
—Yo... em...— aclaró su garganta, pero aun así su voz salió rasposa. —Vine en un taxi, pero...
—Ya me encargo— se ofreció Pol, palmeando la espalda de Alec antes de bajar.
—¿Estás bien? ¿Ya comiste? —cuestionaba Lyss, revisando que no estuviera herido.
—Iré con Pol a traernos algo de cenar— avisó Leo, quien imitó la despedida de Pol y salió del departamento.
—¿Qué te pasó? —Alec se alejó bruscamente al tocar un golpe junto a su ojo. —Lo siento— se disculpó Lyss. —¿Cómo...?
—No ahora— la interrumpió cansado. —Si no te importa, quiero tomar un baño.
—Sí, claro— se alejó de él. —Avisaré en casa que estás aquí. —Volvió a abrazar a su primo antes de irse a su habitación, sin despegar su atención de él hasta cerrar la puerta.
Alec se quedó donde estaba con su mirada sobre mí.
No había ni un solo rastro de vida en su cuerpo, su cabello despeinado, su ropa sucia y su mirada apagada no dejaban ver nada del chico al que había estado conociendo. Pero estaba aquí, y era lo único que me importaba.
Necesitaba tocarlo, asegurarme yo misma de que estaba bien, así que cerré la distancia entre nosotros y lo abracé con fuerza. Apestaba a alcohol, y sus manos aún temblaban cuando rodeó mi cintura para sujetarse.
Su corazón latía tan rápido como el mío. No sabía dónde había estado o lo que había pasado, pero era claro que estaba tan aterrado como el resto.
—Estás bien— murmuré. —Ya estás bien. —Su respiración entrecortada parecía volverse más constante al imitar la mía.
—Yo... —Me acercó aún más. —Lo siento.
Me separé un poco para tomar su rostro entre mis manos, aterrándome lo que veía en sus ojos. Lo que no veía en ellos.
—¿Estás bien?
Ni siquiera había intentado responder cuando Lyss salió de su habitación alejándome de él.
—Tu padre quiere que le llames— informó con cautela.
—Después— se limitó a responder antes de desaparecer en su habitación.
—¿Te dijo algo?
—Nada.
Exhaló abatida dejándose caer en el sillón. Y por primera vez en todo el día, se soltó a llorar cubriendo su rostro.
—Oye...— me acerqué a ella. —Está bien. Ya está con nosotros. —La abracé de lado.
—¿Pero lo viste? —me miró con tristeza. —Ni siquiera él se reconoce. Se está perdiendo Addie, y me aterra. Intento hablar con él, pero es inútil— su voz se cortó. —No sé qué hacer.
—Buscaremos cómo ayudarlo— prometí. —Pronto pasará esto.
—Eso espero— se recostó en mí.
Ni siquiera estaba segura de poder cumplir la promesa que había hecho, pero necesitaba hacerle creer que sí. Necesitaba yo misma creer que podíamos hacer algo para sacarlo de ahí. Y aún no sabía cómo, pero lo descubriría.
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Puntos suspensivos
Romance¿Te dejarías amar aún sabiendo que va a terminar? Adeline tenía un plan. Había aceptado una beca para irse de intercambio y así aumentar sus posibilidades de conseguir su trabajo soñado. Sabía lo que tenía que hacer y nada iba a distraerla. Ni siqu...