Capítulo 37

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Adeline

—Hola —saludó Leo llegando al departamento. —¿Qué haces? —preguntó al verme sentada en el piso de la sala.

—Terminando un trabajo— cerré la computadora de golpe.

—Ajá...— entrecerró los ojos sentándose en el sillón tras de mí. —¿Algún proyecto secreto?

—Algo así— respondí entre dientes.

La verdad es que llevaba la última hora refrescando una y otra vez mi correo esperando alguna noticia del proyecto del libro. Pero nada. Cada vez que lo hacía la única notificación que salía era de uno de mis profesores que le había dado por revisar todos los entregables hasta ahora.

—Si buscabas a Alec, me dijo que iría a casa de sus padres. Y Lyss avisó que llegaría tarde.

—¿Qué no puedo venir a visitarte a ti?

—¿Vienes a visitarme a mí? —inquirí haciéndolo reír.

—Pues sí. Vengo a traerte esto— sacó de su mochila el libro que le había prestado. —Había olvidado devolvértelo.

—Oh, no te apures— lo tomé. —¿Cuál fue el veredicto final?

—Es tan malo como dijiste sería.

—Te dije— señalé riendo ante su expresión. —Todo iba bien hasta ese giro en la trama sin sentido.

—Tal cual— exclamó decepcionado. —Todo el avance que tuvimos en el primer libro...

—Desapareció— completé por él.

—Justo así, fue demasiado desesperante.

—Esperemos el tercero mejore. 

—¿Ya lo conseguiste? —se burló.

—Claro que sí. No iba a quedarme con la duda después de ese final.

—No encuentro fallas ante esa lógica— coincidió. —Tendrás que pasármelo.

—Obvio, si no con quién me quejaré. Hablando de decepciones...— me subí al asiento junto a él. —¿Qué pasa con Julieta?

—¿Por qué entra en decepciones? —cuestionó ofendido.

—Porque me enteré de que no la has buscado en varios días— señalé. —Creí que te gustaba.

—Y lo hace.

—¿Entonces? —cuestioné sin comprender, a lo que él solo se encogió de hombros. —Vale, está bien si no quieres contarme. Pero algo sucede, y quiero intentar ayudar.

—Pero qué buena persona eres— me molestó. —¿Es tu acción del buen día?

—Contigo contará para la del mes, al menos. Anda, habla.

Exhaló llevando su atención al frente.

—No sé si a ella le gusta.

—Pero ¿de qué hablas? Ella es quien te dio su número, ¿no? Eso ya dice mucho.

—Ni tanto— se giró a mí. —Quizá apenas le hablo, pero sé de ella desde hace tiempo por Lyss, y sé que es de tener varios amigos. Es parte de su personalidad ser un encanto con todos.

—Mira, yo solo la vi esa vez de la presentación, pero a mi me pareció que en verdad le agradabas. Estábamos también Pol, Alec y yo. Y era claro que tú robabas su atención.

—Porque era a quien conocía.

—También a Pol— le recordé. —Amigo, date un poco más de crédito. Si no le interesaras si quiera un poco, ni siquiera te hubiera respondido los mensajes.

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora