𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 8: 𝐑𝐚𝐫𝐨La semana siguió su curso, lenta y pesada. Entre la escuela y el silencio incómodo en casa, mis pensamientos volvieron una y otra vez a Guido, a ese mensaje que, sin siquiera buscarlo, me había devuelto algo que creía haber perdido: curiosidad. Aún no lograba entender por qué alguien como él se interesaba en mí, una chica común, ni tampoco por qué me había afectado tanto su mensaje.
En el recreo, me crucé con Fran:
—¿En qué andás, Manu? Tenés cara de estar en otra galaxia.—No es nada —le respondí, esquivando la mirada. Pero Fran era más perspicaz de lo que yo pensaba.
—Ah, mirá vos, seguro que no es “nada”. Te conozco, ¿no será que hay algo dando vueltas en tu cabeza? —insinuó, con una sonrisa burlona.
Fruncí el ceño y le di un codazo en el brazo.
—¿No tenés otra cosa que hacer que meterte en mis cosas? Anda, te busca la Mili esa. —le respondí, riendo.
Cuando volví a mi casa, no pude esperar a abrir el mail, muy raro en mí. Aunque desgraciadamente ella estaba ahí todavía, me sonreía como si hace unas horas no me hubiera dicho una de las peores noticias de mí vida.
Encendí la computadora con la intención de olvidarme de todo, pero en lugar de eso, abrí el correo, y ahí estaba, un nuevo mensaje del rubio.
“¿Cómo estuvo tu día? Yo de gira.”
Era tan simple y directo que me descolocó. Tomé un respiro, sintiendo un leve cosquilleo en el pecho, y empecé a escribir.
"Raro. Aunque no sé si te interesa saber."
Me quedé mirando la pantalla, esperando su respuesta con la misma intensidad con la que esperaba algo en mi vida que rompiera con la monotonía. En menos de un minuto, apareció el ruido de un mensaje nuevo.
"Claro que me interesa. A veces, los días raros son los mejores."
—¿Por qué siempre me decís cosas tan casuales que parecen importantes? Pareces Aristoteles.—escribí sin pensarlo mucho.
Después de unos segundos, respondió."Porque a veces la vida es más simple de lo que creemos. Deberías disfrutar lo raro, capaz ahí encontrás algo que te haga sonreír."
Su mensaje me dejó pensando. Quizás tenía razón; tal vez me estaba perdiendo algo en medio de todo el caos que era mi vida en ese momento. Tenía más oportunidades de las que estaba viendo, capaz que me único remedio sea olvidarme de todo.
"Tenes razón. Capaz deba probar con algo nuevo. Chau, Guido."
Al día siguiente, en el recreo, me sorprendí contándoles a Lara y a mis amigos sobre la banda de Estelares y de cómo había conocido a un chico “de una banda”, omitiendo los detalles para evitar sus miradas curiosas.
—Che, ¿y cuándo vamos a verte cantar? —dijo Cielo, con una sonrisa burlona.
—Cuando deje de tener de depender de un adulto, osea, nunca. —le respondí, riendo.
Al salir del colegio, volví a pensar en Guido y su mensaje. Quizás era tiempo de tomar en serio esa propuesta de cantar, aunque fuera algo pequeño, algo para mí. De alguna manera, sus palabras me habían dado un empujón hacia algo que, aunque no entendía del todo, sentía que debía explorar. Aunque también debía explorar la posibilidad de cambiarme de colegio, es decir, mandar todo a la mieda. Total, mi mamá va a estar en la otra punta del mundo, no?
Esa noche, me senté en la cama con la guitarra que había estado acumulando polvo en un rincón del cuarto. Intenté tocar un par de acordes, acordándome de la última vez que había cantado en serio. Y sorprendentemente, pude escribir algo. "El corazon sobre todo" tal vez algun dia alguien la pueda escuchar.
Y justo en ese momento, me llegó otro mail, pero de la persona que no esperaba."Propuesta"
"Manuela Santillan? Nesecito que nos veamos en algún lugar urgente, soy productor. Un gusto!"
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𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐈𝐉𝐎 | 𝐺𝑈𝐼𝐷𝑂 𝑆𝐴𝑅𝐷𝐸𝐿𝐿𝐼
Fanfiction𝐸n el frenético mundo del rock nacional, Manuela intenta involucrarse en la vida nocturna de Buenos Aires, sin saber que iba a cruzarse con cierto rubio en el camino.