𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 4: 𝐂𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢ó𝐧
Justo en ese momento, el bar pareció volverse más ruidoso, como si alguien importante hubiera entrado. Giré hacia la puerta, curiosa por el alboroto, y ahí estaban. Los reconocí enseguida. Los tres hermanos Sardelli, el castaño al frente con esa confianza que sólo un músico de rock podría llevar tan natural. Detrás, el rubio seguía con una expresión seria y la mirada intensa, mientras que el de cabellos morochos parecía menos interesado, casi como si estuviera de paseo. Había visto fotos de ellos en revistas, pero nunca los había visto en persona. A decir verdad, tampoco es que me moría por verlos.
—Che, Manu, ¿esos no son los pibes de Airbag? —murmuró Lara con una sonrisa divertida, como si acabara de ver a los Rolling Stones.
—Parece que sí —respondí, intentando sonar desinteresada, aunque no podía negar que el ambiente estaba algo cargado. Después de todo, no esperaba gran cosa de ellos ni de su música. Pero algo en la energía del morocho me llamó la atención. Tenía una presencia imponente, como si realmente estuviera en su elemento rodeado de fans. Claro, no pensaba admitir eso en voz alta.
—Dale, no seas amarga. Capaz te terminan cayendo bien —me pinchó Lara, codeándome con una sonrisa cómplice.
—Ja, lo dudo —le respondí con una sonrisa irónica, aunque empezaba a sentir algo de curiosidad. La noche, definitivamente, ya no iba a ser como cualquier otra.
En ese momento, apareció Fede entre la multitud, con esa sonrisa irritante que siempre intentaba pasar por encantadora. Sus ojos se movían rápido, revisando el lugar como si estuviera en su propio dominio. A medida que me acerqué a él, noté cómo algunas “minitas” se reunían en una especie de “secta” de fans locas por la banda. El bar parecía haberse convertido en un parque temático de las Sardellimaniacas, y me costaba creer que Lara fuera una de ellas.
—Hola, Fede. Creo que tenemos algo pendiente que hablar, ¿te acordás? —le dije, cruzándome de brazos y mirándolo con mi típica expresión fría.
—Ah, hola, Manu —respondió despreocupado, como si fuera cualquier cosa. —La verdad, no recuerdo nada importante… pero igual sentate, que están por tocar los pibes.
Me señaló el escenario sin siquiera prestarme mucha atención, su tono distante y algo pedante, como si fuera parte del espectáculo. Resoplé y me senté, aunque sentía mis ojos rodar casi por instinto.
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Cuando los hermanos terminaron de tocar, las fans enloquecieron aún más, saltando y gritando como si acabaran de presenciar el mejor show de sus vidas. Yo apenas aplaudí, más por mantener el disimulo que por otra cosa. Apenas pude, fui a la mesa de Fede, donde él ya estaba acomodado con esa pose relajada que no me tragaba ni un poco.
A lo lejos vi a Lara, rodeada de un grupo de chicas que coreaban los nombres de los tres hermanos. ¿Desde cuándo era tan fan? No la tenía así, realmente.
—Bueno, Manu, ¿qué me querías decir? Dale, apurate que tengo que hablar con los chicos —dijo Fede, casi con superioridad. ¿Pero este pibe qué se creía? Como si yo fuera a dejar que me hable así.
—¿Qué onda con eso de Calamaro? A menos que Mati me haya mentido, me dijiste que querías hablar conmigo sobre eso, ¿no? —le respondí, ya un poco harta de la actitud que se gastaba.
—Ah, Calamaro… sisi. Bueno, tampoco es que te pueda explicar mucho más —respondió en tono desafiante, como si de repente él fuera el experto en rock argentino y yo una recién llegada. Parecía querer hacerse el chico malo, pero apenas sabía lo que era un faso.
Lo miré esperando alguna explicación, pero solo recibí esa media sonrisa provocadora.
—Pero chabón, te estoy preguntando en serio, ¿qué significa? Necesito explicaciones, Fede —le insistí, conteniendo la irritación en mi tono.
—No te puedo decir mucho más, Manu, lo siento. Si querés, podés venir a un ensayo que tengo con una banda, y ahí te cuento. Seguro te va a copar. —Luego de un silencio, cambió de tema como si nada—. Y, ya que estamos, ¿qué te pareció la banda que tocó hoy?
Rodé los ojos y solté un suspiro. Ahora también quería que le diera mi opinión sobre sus amigos los Sardelli.
—Horrible. La verdad, son una banda de moda, ni para hacer rock sirven —respondí, sin siquiera pensarlo dos veces. Sentí cómo varias cabezas se giraban hacia mí. Tal vez esta vez sí me había buscado un problema. Pero, ¿a quién le importaba?
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𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐈𝐉𝐎 | 𝐺𝑈𝐼𝐷𝑂 𝑆𝐴𝑅𝐷𝐸𝐿𝐿𝐼
Fanfiction𝐸n el frenético mundo del rock nacional, Manuela intenta involucrarse en la vida nocturna de Buenos Aires, sin saber que iba a cruzarse con cierto rubio en el camino.