Sariel
El eco de nuestros pasos resonaba en los pasillos mientras Oliver y yo avanzábamos hacia la oficina del rey Leander. Faltaba una hora para el operativo, y aunque el peso de lo que estaba por venir se sentía en el aire, no podía ignorar la sensación de calma extraña que emanaba de Oliver. Era como si, a pesar de la tensión, él estuviera mentalmente preparado para enfrentar cualquier cosa.
—¿Crees que el rey estará de acuerdo con que las sombras dejen de protegerte y se enfoquen en el? —pregunté, rompiendo el silencio mientras ajustaba la carpeta con los documentos del plan.
Oliver me lanzó una mirada rápida, con una media sonrisa confiada.
—Mi padre puede ser muchas cosas, Sariel, pero no es tonto. Sabe que este operativo no es solo para protegerlo, sino para proteger lo que representamos como monarquía. Si no está de acuerdo, lo convenceremos.
Ese "lo convenceremos" me hizo alzar una ceja, pero no dije nada más. Cuando se trataba de Oliver, las palabras siempre tenían un propósito calculado.
Al llegar a la oficina, Leander ya nos esperaba detrás de su escritorio. Su postura imponente, digna de un monarca, no podía ocultar del todo un brillo de expectativa en sus ojos cuando vio a Oliver.
—Majestad —dije con un breve saludo, dejando que Oliver tomara la iniciativa.
—Padre —saludó Oliver, su tono formal, pero sin frialdad.
Leander asintió y señaló las sillas frente a su escritorio.
—Hablemos del plan, entonces.
Oliver comenzó a explicar los detalles con una claridad y precisión que siempre lo caracterizaban. Cada punto, cada estrategia, cada contingencia estaba perfectamente calculada. Observé cómo el rey escuchaba, no solo con atención, sino con algo más profundo: orgullo. Era la primera vez que lo veía mostrar algo así abiertamente.
Cuando Oliver terminó, el silencio se instaló por un momento antes de que Leander hablara.
—Es un plan sólido. Bien hecho, Oliver. —Su voz era firme, pero había una calidez que no esperaba—. Estoy orgulloso de ti.
Vi cómo Oliver parpadeaba, sorprendido por esas palabras. No era algo que su padre solía decirle.
—Gracias, padre —respondió, su tono cauteloso, como si estuviera tanteando el terreno.
Leander lo miró por un largo momento antes de tomar aire profundamente, como si lo que estuviera por decir le costara.
—Oliver... —comenzó, con una suavidad inusual—. ¿Me culpas por la orden de exilio?
El ambiente en la sala cambió de inmediato. Podía sentir la tensión, pero también algo más: una oportunidad para que ambos rompieran un muro que había estado entre ellos por años.
Oliver inclinó ligeramente la cabeza, pensativo.
—Independientemente de si te culpo o no —dijo finalmente—, sigues siendo mi padre. Y te amo. Te respeto. Sé que como rey tuviste que tomar decisiones difíciles, y lamento si alguna vez te falté al respeto. Era joven, impulsivo, y no entendía del todo lo que implicaba tu papel. No soy nadie para renegar nada, y aun así... nunca me enojé contigo.
Leander lo miró con una intensidad que solo un padre puede tener hacia su hijo.
—No era un rey regañando a un príncipe, Oliver —dijo, su voz más baja—. Era un padre lidiando con su hijo adolescente. Espero que algún día entiendas por qué hice lo que hice.
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Los Orígenes del Poder
Tarihi KurguEn un mundo donde el poder se oculta tras las sombras, los descendientes de la Nobleza Negra, los Monarcas, controlan todo lo que sucede desde las sombras, mientras los Gobernantes, líderes sin linaje noble, se enfrentan a la ilusoria promesa de aut...