49

217 53 22
                                    

Parte 2

Llegaron al colegio cerca de las cuatro de la tarde, cuando ya las exposiciones estaban abiertas a todos los padres, madres y tutores de los estudiantes. En la entrada se encontraron con la profesora García, que era la profesora jefa a cargo del curso de Lian y Kuea, y también con el

profesor Anderson, que era el profesor jefe del curso de Nat. Nunew aprovechó para presentarles a Zee como el padre de los niños y entregarles el número de teléfono con el correo electrónico ante cualquier situación de emergencia.

Lian y Kuea son buenos chicos —dijo la profesora García con una sonrisa agradable—, y también muy estudiosos, de los mejores de mi clase. Kuea es un poco disperso, ya sabe... A veces termina provocando un accidente por no atender —ella les enseñaba Química—, mientras que Lian es la voz de la razón. Es demasiado maduro, pero ahora último ya se está relajando un poco.

—¿Qué puedo decir de Nat? —habló el profesor Anderson con un suspiro. Era el profesor a cargo de Historia—. Antes era demasiado tímido, callado y poco sociable, pero este año ha mejorado mucho. Últimamente parece más contento, el taller de taekwondo le ha hecho bien y sus calificaciones han ido subiendo.

Zee les dio las gracias por sus comentarios, entrando al colegio y observando el gran edificio. Ya había muchos padres allí, caminando de un lugar a otro o conversando con los profesores.

—Les ha hecho bien el psicólogo a los tres —comentó Nunew mientras subían las escaleras—, tuve que haberlos llevado antes, pero ya sabes, el miedo...

—Los llevaste y eso es lo importante —le dijo Zee—, no tienes que reprocharte nada, Nu.

El omega no parecía conforme, sin embargo, pareció relajarse un poco ante el apodo. A Zee le costó mucho no llamarlo de una forma más cariñosa (bebé) ni tomarle la mano.

Kuea ya les estaba esperando en un salón y, al verlos, sonrió con emoción.

—¡Vinieron! —dijo, yendo a abrazar a Zee con fuerza—. Papá...

—¿Nada para tu madre? —bufó Nunew—. Tremenda traición...

Kuea se rió con fuerza, sólo para darle un abrazo también. No obstante, pareció quedarse un tiempo más, con su nariz olisqueándolo y, al alejarse, tenía las cejas enarcadas.

—¿Te echaste un nuevo perfume, mamá? —bromeó.

Nunew lo mató con la mirada mientras que Zee se atragantaba con su saliva, lo que sólo hizo que Yeji despertara de mal humor.

—Ya, vengan, vengan... —suspiró Kuea, haciéndolos pasar—. Miren mis trabajos, ¡los mejores del curso!

Eran principalmente fotos de paisajes y en blanco y negro. Había muchas que sacó en las calles de la ciudad, algunas con lluvias, nieve o un enorme sol. Unas pocas eran con colores, aunque no parecían de un escenario estático, sino como si hubiera sacado la foto mientras movía la cámara.

—Me dedicaré a la fotografía —decía Kuea—, probablemente moriré en la pobreza, alcohólico y drogadicto.

Nunew resopló con fuerza, con Zee mirando a su hijo y tratando de averiguar si lo decía en serio o bromeaba. Yeji observaba, desconcertada, las fotos, quizás tratando de encontrarle algún sentido a lo que veía.

—No te daré el regalo que te traje si sigues así, Kuea —amenazó Nunew—. Ninguno de mis cachorros terminará alcohólico y pobre.

—¿Pero sí drogadicto?

—No provoques a tu madre —regañó Zee—, te estás ganando un castigo.

Ahora Kuea fue el que resopló, mirando de Zee a Nunew, y viceversa, y sonrió, como si estuviera a punto de lanzar un comentario ácido. Al menos, así iba a ser hasta que el omega le agarró de la barbilla.

🐺FOUR SEASONS🐱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora