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Parte 2

Al día siguiente partieron alrededor del mediodía a Santa Mónica para conocer la famosa playa. Cuando Zee vio a Nunew, no pudo evitar la enorme sonrisa en su rostro.

—¿Qué? —preguntó el omega con el ceño arrugado.

—Nada —Zee no dejaba de sonreír—, es que te ves muy lindo, me recuerdas a esa foto en mi oficina...

Nunew sabía a cuál se refería: a las de las vacaciones en Phuket que tuvieron muchos años atrás. Él estaba con un sombrero de paja y una playera negra larga para cuidarse del sol. Recordaba también lo mucho que Zee y los niños lo molestaron por su aspecto, con bromas tontas y sin sentido. Ahora no tenía ese sombrero de paja, pero sí un jockey blanco y otra playera negra. No tuvo que analizarlo dos veces para darse cuenta de que debía

verse como en esa ocasión.

—¿Y tus camisas floreadas? —preguntó Nunew, mirándolo.

—¿Las echas de menos? —bromeó Zee.

—Te quedan lindas también —contestó el omega, y Zee tuvo que contenerse para no atraerlo a sus brazos y besarlo. No cuando los cachorros aparecieron.

La playa era hermosa: una enorme extensión de arena blanca de kilómetros y kilómetros, ya con mucha gente instalada ante el calor de la primavera.

Decidieron ir un poco más lejos, hasta Venice Beach, que estaba un poco más vacía e instalaron dos quitasoles que arrendaron. Los niños no tardaron en correr hacia el mar.

—¿No te irás a bañar? —preguntó Zee, comenzando a jugar con Yeji a armar un castillo.

—Sabes que no me baño en las playas —resopló Nunew.

—Sí... —Zee le miró de reojo—, algunas cosas nunca cambian.

La tarde fue bastante tranquila y relajada. Los cachorros iban y venían del mar a la arena, en algunos momentos llevándose a Yeji con ellos y llevándola de vuelta cuando se cansaba. Nunew se tomó una siesta en un punto y despertó adormilado y acalorado.

—Voy a comprar algo para beber —le dijo a Zee, que miraba a los niños con atención por alguna emergencia.

—¿Me traes algo? —preguntó el alfa.

—¿Lo vas a pagar tú? —bufó Nunew, y Zee resopló, con esa ligera sonrisa en sus labios.

Caminó hacia uno de los muchos puestos que estaban a lo largo de la playa, sentándose en la barra mientras era atendido y esperaba por los jugos que ordenó. Si bien faltaban unas semanas para el verano, el calor ya se estaba sintiendo en el país y en especial en esa zona, por lo que sólo pensó en que cuando volviera a la toalla, se aplicaría nuevamente bloqueador en su rostro. Él no toleraba muy bien las quemaduras y no quería...

¿Disculpe?

Se volteó para ver a un alfa, sentado a dos sillas de él y observándolo con una sonrisa agradable. Era alto y rubio, y Nunew no quería pensarlo, pero lucía como el estereotipo de un estadounidense con ese aspecto, sumado a la pálida piel y la recortada barba, también rubia, junto con los ojos azules. Era bastante atractivo, se dio cuenta también, y por el aroma a pino, era un alfa. Su aspecto aparentaba más de treinta años.

¿Sí? —preguntó con gesto tranquilo. En Tailandia no era normal que los alfas se acercaran así, de la nada, con tanta confianza; sin embargo, no estaban en Tailandia y él ya se había acostumbrado bastante al choque cultural.

—Sé que sonará indiscreto y estúpido —habló el estadounidense—, pero ¿puedo adivinar de qué país asiático eres?

Bueno —Nunew jugueteó con sus dedos sobre el mesón—, pero si te equivocas, te lanzaré mi bebida.

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