52

173 46 12
                                    

Parte 1

En el momento en que sintió los primeros rastros de celo aparecer en su cuerpo, se preguntó si es que su omega había decidido joderlo desde el regreso de Zee.

Nunew suspiró, encogiéndose en la cama y acurrucándose con las mantas, cerrando sus ojos y apretándolos con fuerza ante el nuevo calambre en su vientre. Horas atrás Zee le había avisado que ya iba a tomar el avión para viajar y, al despertar de su siesta, sintió el inicio del celo.

Había planificado ir a buscarlo al aeropuerto con los cachorros ya que, según lo conversado, iba a llegar a las nueve y media de la noche. Sin embargo, considerando cómo estaba la situación, al parecer, iban a tener que ir los niños solos.

Yeji estaba a un lado de la cama, en el suelo, jugando con su set de salón de té que Zee le regaló en su cumpleaños. Estaba rodeada de sus peluches favoritos y del gatito Puk, que los últimos meses había crecido a un tamaño más mediano. Yeji fingía que Puk podía beber té también, a pesar de que el gatito parecía realmente desconcertado.

—¿Quieres quedarte con papá unos días? —le murmuró Nunew en un suspiro algo adolorido.

—¡Sí! —afirmó la pequeña con entusiasmo—. ¿Nanos igual? —preguntó con curiosidad.

—Mmm... Quizás Kuea y Nat van a querer —Nunew estiró su mano para acariciarle los cabellos a la niña, que se rió—, Lian de seguro no.

—Uuuum —no parecía satisfecha con la última parte, pero al final, sólo asintió con la cabeza.

Sus hijos no tardaron el aparecer media hora después ya que habían terminado la jornada escolar del día. Lian fue el primero en aparecer en el cuarto, yendo a sentarse al borde de la cama y soltando, de inmediato, sus feromonas alfas.

—¿Celo, mamá? —preguntó el alfa.

—Sí —volvió a suspirar Nunew al sentir el aroma cítrico de su hijo mayor—, ¿cómo estuvo hoy el colegio?

Lian comenzó a platicarle lo que habían hecho y poco después aparecieron Kuea y Nat, que se echaron a un lado suyo para conversarle como estaba haciendo el alfa. Incluso subieron a Yeji a la cama, que se acurrucó en los brazos de Nunew.

—Así que Max quiere conocer mejor a papá —terminó diciendo Nat con entusiasmo—. ¿Crees que pedirá mi mano en matrimonio?

Mientras Kuea rodaba los ojos ante la pregunta, Lian se atragantó con su saliva y Nunew soltó una risa ronca.

—¡Claro que no! —dijo Lian con enojo—. Además, ¡todavía no acepto yo a Max! Si quiere algo serio contigo, debe pedir permiso a mí, ¡a nadie más! —Nunew se aclaró la garganta—. ¡A mí y a mamá, a nadie más! — corrigió.

Imitando a su hermano mayor, Nat también rodó los ojos en lo que soltaba un bufido. Eso, por supuesto, indignó más a Lian, que comenzó a rabiar como si fuera un niño pequeño.

—No puedo acompañarlos a buscar a su padre —les dijo una hora más tarde, mientras cenaban en su cama—, sí quieren, pueden ir solos.

Lian no dijo nada y sólo puso una cara de hastío, sin hacer comentario alguno. Nunew, como ya se había acostumbrado, no le llamó la atención ni trató de hacerlo cambiar de opinión, pues al fin y al cabo, las emociones de su hijo mayor eran válidas y estaba aprendiendo a gestionarlas. En las últimas sesiones con el psicólogo, Nunew se encontraba soltando de a poco esa constante necesidad de estar sobre sus hijos en todo momento, de culparse por lo que hacían o no hacían, de creer que sus hijos eran así por cómo los crio él. Evidentemente, aquello influenciaba en ellos, pero al final Charles tenía razón con lo que le había dicho en la última sesión: sus cachorros eran personas apartes a él, con sus propias ideas, sueños y características, y por lo mismo, sus propias personalidades.

🐺FOUR SEASONS🐱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora