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...

La nieve cubría suavemente las calles de Ginebra, creando un ambiente mágico. Era tu primera Navidad lejos de casa, una decisión que habías tomado para probar algo nuevo, aunque no esperabas que esta ciudad suiza tan tranquila se sintiera tan solitaria. Habías decidido pasar la noche de Nochebuena en un pequeño restaurante cerca del lago, con la esperanza de evitar la nostalgia.

Mientras el suave murmullo de conversaciones llenaba el lugar, un hombre vestido con una chaqueta elegante y un gorro de lana entró al restaurante. No te diste cuenta al principio, pero cuando levantaste la vista, tus ojos se encontraron con los de Lewis Hamilton.

—¿Es este asiento libre? —preguntó con una sonrisa, señalando la silla frente a ti.

Te quedaste sin palabras por un momento. Era Lewis Hamilton, el piloto que admirabas desde hacía años. Finalmente, lograste asentir.

—Claro, adelante.

Lewis se sentó, dejando escapar un suspiro de alivio mientras se quitaba los guantes.

—Gracias, parece que este lugar es más popular de lo que esperaba.

Ambos rieron, y aunque al principio te sentías nerviosa, la conversación fluyó con facilidad. Hablaste de todo: tus tradiciones navideñas, sus recuerdos de infancia y cómo ambos terminasteis celebrando la Navidad solos ese año.

—Es extraño, ¿no? —dijo Lewis mientras jugaba con el borde de su copa de vino. —Viajo por todo el mundo, rodeado de personas, pero a veces me siento... solo.

—Lo entiendo. A veces, incluso estando en un lugar lleno de gente, puedes sentirte así.

Lewis te miró con una mezcla de curiosidad y calidez.

—¿Sabes? No esperaba encontrarme con alguien tan interesante esta noche.

Te ruborizaste, y él pareció notar tu reacción, sonriendo levemente.

—¿Te gustaría dar un paseo? —preguntó de repente, señalando las luces del lago que se veían a través de la ventana.

No podías creerlo, pero aceptaste. Ambos salieron del restaurante y caminaron por el paseo, donde las luces navideñas brillaban reflejadas en el agua. La conversación continuó, y con cada palabra, te sentías más cómoda, como si estuvieras hablando con alguien a quien conocías de toda la vida.

En un momento, Lewis se detuvo y señaló hacia el cielo.

—Mira, las estrellas están increíbles esta noche.

Alzaste la vista, maravillándote con el espectáculo celestial.

—Son hermosas. Es un recordatorio de lo pequeños que somos, pero al mismo tiempo, de lo conectados que estamos con todo.

Lewis asintió, su expresión volviéndose más seria.

—A veces, me pregunto si estoy haciendo lo suficiente con mi vida, si estoy dejando un impacto positivo.

Te giraste hacia él, sorprendida por su vulnerabilidad.

—Eres una inspiración para millones de personas, Lewis. No solo por lo que haces en la pista, sino por cómo usas tu voz para hacer el bien.

Lewis sonrió, un destello de gratitud en sus ojos.

—Gracias. Eso significa más de lo que imaginas.

Horas más tarde, ambos encontraron una pequeña banca cerca del lago y se sentaron a hablar bajo las luces de un árbol navideño cercano. La conversación se volvió más personal, y aprendiste cosas sobre él que jamás habrías imaginado.

—No suelo abrirme con facilidad —confesó—, pero contigo se siente diferente.

Tu corazón latía más rápido al escuchar esas palabras. Lewis Hamilton, el hombre que habías admirado desde lejos, estaba compartiendo su mundo contigo.

—Supongo que es la magia de la Navidad. —Intentaste bromear, pero había un toque de sinceridad en tus palabras.

Lewis te miró, sus ojos reflejando la luz del árbol.

—¿Puedo hacer algo un poco loco?

—¿Como qué? —preguntaste, intrigada.

—Esto.

Antes de que pudieras reaccionar, Lewis se inclinó y te besó suavemente. El mundo pareció detenerse por un momento, como si las estrellas y las luces navideñas estuvieran conspirando para hacer de esa noche algo inolvidable.

Cuando se separaron, ambos rieron suavemente, aún atrapados en la magia del momento.

—Bueno, definitivamente no esperaba que mi Navidad fuera así. —Bromeaste, tratando de aliviar la tensión que sentías.

—Yo tampoco. —Respondió Lewis, tomando tu mano entre las suyas. —Pero estoy feliz de que lo sea.

La noche terminó con una promesa de volver a verse, de no dejar que esa conexión se perdiera con el tiempo. Al despedirse, Lewis te abrazó con fuerza, como si no quisiera soltarte.

—Feliz Navidad. —Te susurró al oído antes de desaparecer en la noche nevada.

Mientras caminabas de regreso a tu hotel, con el corazón lleno de emociones, supiste que esa sería una Navidad que recordarías para siempre.

...

Vieron los premios?? La vdd a mi me encantaron.
Espero que les haya gustado, no olviden dejar su voto y su comentario, nos vemos mañana :)

2/12

-Awadelemon

One Shots - Fórmula 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora