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...
La Navidad solía ser tu época favorita del año: luces brillantes, familias reunidas y el aroma a galletas y chocolate caliente llenando el aire. Pero este año, no había nada de eso. La ciudad de Mónaco, que en otras fechas parecía un sueño navideño, ahora solo te recordaba una cosa: a Charles Leclerc.
Charles y tú habían sido inseparables durante años. Crecieron juntos, compartieron sueños y secretos, pero cuando su carrera despegó, la distancia también lo hizo. Él era el chico que cumplió sus sueños, el orgullo de Mónaco, y tú... simplemente quedaste atrás. No lo culpaste nunca, pero dolió.
Ahora estabas aquí, en el mercado navideño de Mónaco, intentando distraerte con luces y el bullicio de la gente. Sujetabas un vaso de chocolate caliente entre tus manos frías cuando alguien chocó accidentalmente contigo.
—Oh, lo siento...
Tu corazón se detuvo al escuchar esa voz. La conocías tan bien como la palma de tu mano. Giraste lentamente y tus ojos se encontraron con los suyos: Charles Leclerc.
—¿Charles? —susurraste, sin poder creerlo.
Él también parecía sorprendido. Vestía un abrigo negro y una bufanda gris que apenas ocultaba sus mejillas sonrojadas por el frío. Sus ojos verdes brillaban bajo las luces navideñas.
—No puede ser... ¿eres tú? —Charles sonrió, esa sonrisa que no habías visto en años y que te hacía sentir como si el tiempo no hubiera pasado.
No sabías si gritarle por desaparecer de tu vida o abrazarlo por volver a aparecer. Optaste por lo segundo.
—¡Estás aquí! —exclamaste antes de darte cuenta de lo cursi que sonabas.
—Y tú también. —Charles te miraba con ternura—. ¿Qué haces aquí? Pensé que te habías mudado a París.
—Volví para Navidad —respondiste, encogiéndote de hombros—. Mi familia aún vive aquí. ¿Y tú?
—Mis hermanos insistieron en que pasara las fiestas en casa este año. —Charles rió suavemente, pero había un toque de melancolía en su voz—. Necesitaba volver.
El silencio se instaló entre ustedes por un instante. A tu alrededor, el mercado seguía lleno de vida: risas, villancicos, luces titilantes. Pero para ti, todo se había reducido a ese momento.
—Han pasado años... —murmuraste.
—Demasiados —respondió él.
Charles te miró como si buscara algo en tu rostro, y su expresión se suavizó.
—¿Quieres caminar conmigo? —propuso, señalando el camino lleno de puestos navideños—. Si no estás ocupada, claro.
—No lo estoy —respondiste con una sonrisa tímida.
...
Caminaron juntos bajo las luces, como si los años no hubieran pasado. Charles compró dos galletas de jengibre y te ofreció una.
—¿Te acuerdas de cuando intentamos hacer estas? —preguntó, rompiendo un pedazo y llevándolo a su boca—. Terminamos con harina en todas partes y ninguna galleta comestible.
No pudiste evitar reír.
—Claro que me acuerdo. Tu madre nos echó de la cocina.
—Y nos dijo que no teníamos futuro como chefs. —Charles rió contigo, su voz llenando el aire frío—. Supongo que tenía razón.
Hablar con él se sentía tan natural como siempre. Era como si el tiempo no hubiera pasado, como si nunca se hubieran distanciado. Pero había una diferencia: ahora, el peso de lo no dicho estaba ahí, entre ustedes.
Finalmente, se detuvieron frente a un enorme árbol de Navidad decorado en la plaza principal. Charles te miró con una expresión que no supiste descifrar.
—Lamento haberme alejado —dijo de repente, su voz suave pero firme—. No fue justo para ti.
Te giraste para mirarlo, sorprendida.
—Charles, no tienes que...
—Sí, sí tengo que hacerlo. —Sus ojos te miraron intensamente—. Éramos mejores amigos, y luego simplemente desaparecí. Nunca fue mi intención hacerte sentir que no importabas.
Bajaste la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.
—No te culpo, Charles. Lograste todo lo que siempre quisiste. Me sentí feliz por ti, pero también... —Te detuviste, incapaz de seguir.
—¿También qué? —insistió él.
—También me sentí sola —admitiste en voz baja—. Éramos un equipo, ¿recuerdas? Y luego ya no lo éramos.
Charles extendió su mano y la colocó suavemente sobre la tuya, obligándote a mirarlo.
—Lo sé, y lo lamento más de lo que puedo decir. Pero estoy aquí ahora, y no quiero volver a perderte.
—¿Qué significa eso? —preguntaste con un hilo de voz.
—Significa que quiero que volvamos a ser parte de la vida del otro, de la manera que sea. No quiero que seas solo un recuerdo, porque tú siempre fuiste más que eso para mí.
Tu corazón dio un vuelco.
—Charles...
—No estoy diciendo esto solo porque sea Navidad o porque nos hayamos encontrado de casualidad. Estoy diciendo esto porque quiero que lo sepas. —Tomó un respiro profundo—. Te extrañé. Más de lo que fui capaz de admitir.
Sentiste cómo las lágrimas querían salir, pero las contuviste. En cambio, sonreíste y apretaste su mano suavemente.
—Yo también te extrañé, Charles.
Una sonrisa genuina iluminó su rostro, y en ese momento, bajo el árbol de Navidad y las luces brillantes, supiste que algo había cambiado entre ustedes. Tal vez no podían recuperar los años perdidos, pero podían empezar de nuevo.
Charles te miró una última vez antes de murmurar:
—Entonces, ¿me dejarás ser parte de tu Navidad este año?
—Siempre lo fuiste —respondiste con sinceridad.
Y mientras él te abrazaba con cuidado, el frío dejó de sentirse, el ruido desapareció y todo lo que importaba era que, después de tantos años, ambos habían encontrado el camino de regreso.
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Uy ya casi son los 100 capítulos, creo que antes o después de navidad se van a completar, que emoción!!!
Espero que les haya gustado el one shot, no olviden dejar su voto y su comentario, nos vemos mañana :)