"Los caídos" cuarto libro de la saga "Todos mis demonios", cap. 9

1.9K 88 4
                                    

9.      Herida fresca.

Gaspar apuntó la pequeña fuente con la cabeza.

En realidad no parecía más que un bebedero para aves. El cuenco de mármol blanco instalado sobre un pedestal del mismo material, el cual estaba íntegramente labrado con formas evocativas de la fauna y flora de un bosque de cuentos, no contenía más de litro y medio de agua -a lo sumo dos-. Una pequeña bomba escondida dentro de la pieza con forma de piña del centro del plato, soltaba un delgado y continuo chorrito de agua cristalina.

- Concéntrate-. El volumen de su voz apenas su superaba el del arrullo del viento entre los árboles que nos rodeaban. Nos encontrábamos en un rincón de la propiedad bastante alejado de la casa, tanto que me sorprendí de que los terrenos fuesen tan amplios, nunca antes había paseado por aquí.

Inspiré hondo y al exhalar, procuré liberar la mayor cantidad de tensión posible. Tal vez no sirviese de mucho, ya que mi día no tuvo un buen comienzo, a las seis treinta de la mañana recibí un mensaje de Vicente en el que ponía que si bien su trabajo había concluido, se demoraría un par de días más en regresar a casa; lo llamé y no contestó, le mandé un mensaje preguntándole dónde estaba y si se encontraba bien, y para mi desgracia, su respuesta fue que no había notado cambio alguno. Eso no significaba nada bueno, aún continuaba odiándome (al menos un poco).

- Libera tu mete de todo lo que no sea el agua.

Es más fácil decirlo que hacerlo.

Di un paso al frente, apoyé las manos sobre el borde de la fuente y fijé la vista en la superficie del agua. El sol se reflejaba en ella.

- Procura encontrar la fuente de energía que hay en ti.

En este momento no sentía ninguna energía en mí, me sentía igual que cualquier otro ser humano.

Gaspar se me acercó. - ¿Estás intentándolo?

Lo miré de reojo.

- No se nota, no percibo nada- comentó-. ¿Quieres que lo dejemos para otro día?

Negué con la cabeza.

- Quizá debimos comenzar con algo más pequeño.

- Qué más da, lo más probable es que también pueda ahogarme en un vaso de agua-. Quité los brazos de la fuente y los sacudí, moví todo mi cuerpo como para intentar quitarme de encima las preocupaciones. Al mover el cuello, me sonaron las vértebras-. Llevamos demasiado tiempo intentándolo, ya quiero lograrlo, esto me tiene harta.

- Avanzaste con el fuego.

- Sí, genial, soy capaz de calentar el agua de una cacerola- solté en tono socarrón.

"Los caídos" cuarto libro de la saga "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora