"Los caídos" libro 4 de la saga "Todos mis demonios", cap. 16

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16.  Después de la oscuridad.

Ni bien puse un pie dentro de la sombra del bosque, se me puso la piel de gallina, me estremecí. El cambio de temperatura produjo un shock en mi cuerpo, sentí que se me pegaba el estómago a la espalda, mis brazos y piernas quedaron parcialmente paralizados y mi visión se tiñó de un blanco brillante que no me permitía divisar formas ni diferenciar los colores.

Los recuerdos volvieron a mí. El dolor. Los momentos desagradables. El miedo. De nada sirvió que me repitiese a mí misma que ya no tenía de qué temer, no al menos a esos demonios. Otras cosas deambulaban por esta tierra, pero nada tenían que ver con el bosque, o con los recuerdos.

Mi tara provocó que Vicente y Anežka se adelantasen por el camino. Iban conversando, medio en castellano, medio en checo y otro poco en inglés, parecían de lo más entretenidos.

Entre recuerdos y realidad, otra vez oí sus gritos y carcajadas, siempre desbordantes de lujuria. Tal si fuesen espectros, vislumbré sus cuerpos y rostros entre los árboles y las sombras, emergiendo de la oscuridad para desaparecer súbitamente una y otra vez. Fue como si sucediese todo otra vez, solo que yo no corría; me encontraba quieta, clavada en un lugar. Sus idas y venidas no tenían más objeto que torturarme, su juego era que me ilusionase con la idea de perderlos de vista, ilusión que al romperse, generaba todavía más dolor y miedo y ellos disfrutaban con eso.

Otra vez sentí sus dedos ardientes sobre mi piel, sus voces gritando mi nombre.

Una cortina de sudor frío cayó sobre mi cuerpo.

Me vi a mi misma corriendo, totalmente desorientada, y solamente creí encontrar el rumbo cuando noté que la vegetación comenzaba a disiparse en los alrededores. Al final lo entendí, el claro era real, el sonido del río también. Las voces de Vicente y Anežka terminaron de desconectarme de aquella pesadilla.

- Por fin llegas. ¿Te encuentras bien? ¿Con qué de demoraste? Te sentía venir detrás de nosotros… ¿Viste algo… extraño?

Abrí la boca sin embargo no logré contestarle, no tenía ni la menor idea de cómo había llegado aquí.- ¿Eliza?- me tomó por un hombro, tenía cara de preocupado, Anežka también.

- Son los viejos recuerdos, es todo.

- Eso terminó, no tienes de qué temer. No tiene sentido permitirle al pasado apoderase del presente, las cosas son distintas ahora.

- Lo sé, no me hagas caso, ya pasó. Quizá fue bueno que los recuerdos volviesen…para darle un cierre a lo sucedido.

- Mientas nuestra estancia aquí no se vuelva una tortura para ti.

- No lo será. No quiero que lo sea, es hora de cerrar de una buena vez esas heridas.

- Estoy totalmente de acuerdo con eso.

Vicente me dio un rápido beso sobre los labios y me dijo que me amaba.

Después de ese lapsus todo volvió a la normalidad, es más, fue más normal de lo que podía esperarse de unos demonios. Fue una tarde totalmente humana. Yo me esforcé por hacer a un lado la incomodidad de los recuerdos y poco a poco me relajé y disfruté de las horas al sol. Por qué negarlo, nos divertimos. El agua del río estaba espléndida, así mismo el sol, y además Vicente hizo gala de un muy buen humor, se mostraba suelto, muy cariñoso conmigo, por lo visto ya no le importaba o molestaba tanto, la presencia de Anežka, es más, con ella estuvo no solamente amable (él era siempre un caballero) si no que relajado, como si no hubiese diferencia alguna entre ella y nosotros, como si de verdad fuésemos una familia. Así mismo acabé sintiéndolo yo a las pocas horas, de repente daba la sensación de que todo terminaba por encajar en el lugar que le correspondía.

"Los caídos" cuarto libro de la saga "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora