"Los caídos" libro 4 de la saga "Todos mis demonios"

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23. Condenados.

- ¿Gabriel, estás seguro de que es buena idea?

- Tranquilo- fue la respuesta de Gabriel a la pregunta que Cesar le formuló en el preciso instante en que nos disponíamos a entrar en mi automóvil para partir rumbo a casa de mis padres. Llevábamos un par de días planeando la ida hacia mi hogar, para discutir con mi madre, los tantos cabos sueltos que colgaban de mi historia, y de la suya con Eleazar, a la espera de obtener respuestas que aclarasen el presente.

Fui yo la primera en negarse a llevar más compañía que la de Gabriel, en mi primera salida de la casa madre de la hermandad, luego de días y días de no asomarla nariz fuera de la propiedad; días que se me antojaban una eternidad pese a que los días y las semanas, incluso los meses, tenían un significado muy distinto a aquel que yo les daba cuando todavía era humana.

Ami no fue el único en ofrecerse de escolta, de hecho, los primeros en alzar la voz para formar un cuerpo de protección alrededor de Gabriel, mis padres y yo, fueron los ángeles. Sabía perfectamente bien que aquellas criaturas con aspecto de níveas, frágiles y puras almas, eran poderosos y aguerridos guerreros, aun así, su aspecto continuaba dándome una sensación de fragilidad que me hacía querer protegerlos todo el tiempo (principalmente por eso me negué a llevar cualquier compañía).

Cesar intentó convencer a Gabriel, a mis espaldas, en una reunión que tuvieron a solas una madrugada de oscuridad sin luna, cuando creían que yo no me encontraba por los alrededores, de que le permitiese seguirnos, al menos de lejos, en compañía de un reducido grupo de apoyo. Gabriel le contestó lo mismo que yo le contesté a la mañana siguiente cuando me abordó a mí: no te preocupes, sé que podremos defendernos en caso de que algo suceda. Gabriel había añadido que volveríamos en un par de horas, que sería una salida fugaz, nada más. En cuanto a eso yo me sentía un tanto perdida, no tenía ni idea de cuál sería mi reacción al salir de aquí, al dejar este mundo y regresar a aquel en que yo era un demonio, una mujer casada, una amiga rompe corazones, una guía que había prácticamente abandonad a su discípula en las manos de alguien más. Gabriel repetía una y otra vez que mi fuga del mundo de allí afuera no había sido un acto egoísta, tal cual me lo parecía a mí, sino todo lo contario. “Has venido aquí para intentar salvar al resto del mundo de un destino mucho peor”, decía él en ese tono de voz tan apacible que uno no podía captarlo sin sentirse un infractor de toda ley de Dios.

Todos insistieron en que no saliésemos sin custodia. Insistieron tanto que creí que Gabriel sedería; para mi sorpresa, se mantuvo firme en su decisión.

La noche anterior a nuestra partida, pasé horas cavilando por qué después de tanto insistir en mi protección, por fin había tomado la determinación de no llevar más apoyo que un arma cargada con aquel metal tóxico para los Nefilim, mucho cuchillos del mismo material, y nuestros celulares con la suficiente carga para poder pedir auxilio si lo necesitábamos. Sí, Gabriel me devolvió mi celular, parte de esa noche me lo pasé escuchando mensajes de Lucas (ya que no había ni uno de Vicente) y solo un par de mi madre y de Gaspar de aquellos primeros días en que no di señales de vida luego de largarme de la casa de campo, abandonando a Vicente y hasta lo que entonces fuese mi gloriosa existencia.

La voz de Lucas reverberó en mis oídos, y haciendo eco en huesos, tendones y músculos llegó directo a mi corazón. Herido, así se sentía él, herido, abandonado y engañado. Dolido como nunca escuché a nadie antes. Solo, muy solo, tanto es así que su soledad impregnó mi ser asegurándole a mi alma una condena eterna en el infierno.

No encontré respuesta que justificase su decisión, más que para no arriesgar a los demás tontamente, mas estaba seguro que absolutamente todos aquí, estaban dispuestos a entregar sus vidas para salvar a la humanidad, incluso si eso incluía tener que salvarme a mí, un demonio, primero, después de todo, ya lo habían hecho una vez.

"Los caídos" cuarto libro de la saga "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora