"Los caídos" libro 4 de la saga "Todos mis demonios", cap. 15

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15.  Baby you’re the world to me.

El humor de Vicente cambió en cuanto nos subimos en mi camioneta luego de cargar en la parte trasera los víveres y equipaje necesario para pasar unos cuantos días fuera.

La inminente partida no afectó para bien solamente a Vicente, Anežka parecía al mismo tiempo aliviada y entusiasmada con el viaje, a ella le atraía la idea de pasear, de tomarse unas vacaciones, de descansar y ser solamente una joven por un par de días. Y ni qué decirlo, a mí también me agradaba la plan de alejarme de todo por un par de días, de darle oportunidad a la normalidad, de tomar cuenta de todo aquello que no era para nada normal. Regresar a la fuente, a lo básico, eso mismo necesitábamos los tres para recargar energías antes de seguir adelante con nuestras vidas.

Una semana de sol, aire puro y mucho verde, lejos de la ciudad, de los demonios, de los ángeles, de las envidias, de los miedos.

Pensando en eso, abroché mi cinturón de seguridad y suspiré. Si bien este viaje no contaba con la aprobación de nadie, más que de nosotros tres, deseaba que diese resultado, que nos ayudase, sobre todo, a Vicente y a mí, a poner nuestras ideas en orden. Que mi madre (quien se quejó por que fuésemos a faltar a la cena de viernes de todas las semanas) y Lucas, a quién no le gustó ni un poco que me fuese lejos y no lo invitase, se arreglasen como pudiesen. Mi matrimonio se tambaleaba, mi felicidad no era realmente tan feliz como debía ser, las señales estaban ahí, a la vista de todos, y yo, menos que nadie, debía seguir ignorándolas; el momento de hacerme cargo de mi vida, había llegado. Además, me sentía culpable por la distancia que sentía, se había creado en este último tiempo entre Anežka y yo. Ella no tenía a nadie más que a mí, por eso, lo mejor de todo, era estar bien para ella, estabilizar mi situación por ella.

Puso el motor en marcha y al instante encendió el reproductor de música y rebuscó entre las canciones hasta encontrar la que quería oír. La canción era la de uno de mis cantantes favoritos y comenzaba con notas extraídas de un piano dulce y enérgico al que se le sumó la batería un par de segundos después y sin más previo aviso, aquella voz tan particular.

Started talking and the line went dead
Never heard a single word you said

You dont have to turn the sound up
Babe i want you from the ground up

 

Estiró su brazo, y tomó mis manos para darles un apretón, me sonrió.

Baby baby you’re the world to me.

Su rostro se iluminó mientras iluminaba aquellas palabras. Sus ojos no tuvieron problema alguno en posarse sobre los míos y allí instalarse sin titubear. Imaginé que no sería capaz de conservar una mirada tan calma, si estuviese ocultando algo grande como lo que Gabriel decía. Vicente podía ser un demonio que al igual que yo, estaba en cierto modo, programado para hacer lo que fuese necesario con tal de alcanzar sus objetivos, pero entre él y yo, las cosas iban de igual a igual, y además, existía amor, compañerismo y una experiencia de casi un año de casados, un año intenso que para los cañones humanos debía vales como diez al menos. Las cosas que afrontamos juntos desde que nos conocemos han hecho que nos unamos más, que nos hayamos convertido en personas más fuertes, que nos hayamos aprendido al dedillo cuales son nuestros puntos débiles, nuestros miedos, nuestras alegrías y los síntomas que tornan evidentes aquellas sensaciones. Vicente podía intentar mentir, ocultar, pero si cargaba algún secreto, pronto, lo quisiese él o no, saldría a la luz.

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