"Los caídos" libro 4 de la saga "Todos mis demonios", cap. 18.

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18.  Cómo ser un ángel.

- Disculpen. Permiso.

Gabriel y yo tuvimos que apretarnos contra la pared, de bajada venían dos chicos jóvenes, de no más de veinte años, cargando una caja de madera de aspecto increíblemente pesado.

- Ah, hola Gabriel.

- Hola, Pablo. ¿A dónde llevan eso?

- Abajo, es una de las cajas que estaba en la buhardilla, Ismael nos pidió que la bajásemos.

- ¿Ismael?

- Dijo que lo había hablado contigo.

Alertada por esa chispa especial que cambiaba el aire que los rodeaba, di vuelta la cabeza para mirar al otro muchacho que cargaba la caja bajando de frente. Tenía el pelo de un rubio platinado casi blanco, ojos de un azul muy oscuro y la piel muy blanca. Era uno de ellos, era un ángel, no necesitaba ver sus alas para saberlo.

- Sí, Santiago, de hecho discutimos sobre eso, pero no llegamos a ningún acuerdo.  

- ¿Quieres que volvamos a subirla?

- Oigan, no es que quiera interrumpir su conversación, pero decídanse, o la bajamos o la subimos. No soy como ustedes, esta cosa pesa como mil demonios; si la cargo mucho tiempo más, mis brazos quedarán al menos quince centímetros más largos.

- Perdón, perdón, Pablo. Bájenla, luego hablaré con Ismael.

Ambos jóvenes parecieron recién reparar en mi presencia. Se miraron entre sí y luego esperaron de Gabriel algo que no llegó.

Quien más se demoró en reaccionar fue Santiago. En silencio terminaron de bajar las escaleras.

- ¿Ustedes tienen la habilidad de reconocer demonios a simple vista?- quise saber.

- Sí, pero no es una habilidad infalible, algunos demonios pueden disfrazarse de otra cosa, pretender que son lo que no son.

- Sí, ya sé de eso- rezongué al tiempo que remontaba los escalones pisando con fuerza.

- En eso les llevamos ventaja, ustedes no pueden reconocernos a nosotros.

- Eso es porque la mayoría de los nuestros ni siquiera sabe que ustedes existen.

- No, es simplemente porque no cuentan con esa capacidad.

- Qué dices, si yo noté algo en ese grupo que llegó a la cocina.

Gabriel apartó la mirada.

- Si guardas la menor esperanza de que me conforme con ese silencio vas muerto.

Mis palabras le arrancaron una sonrisa a sus labios.

- Resulta que una vez más soy la excepción a la regla.

- Ha de ser por quien es tu padre.

- Claro, eso- remusgué. Siempre era eso-. Me queda una duda.

- ¿Cuál?

- Esto no resulta con los Nefilim. Porque si fueron ellos los que me atacaron en Praga, no los reconocí- hinqué los hombros-. ¿Fueron demonios entonces?

- Los Nefilim son un caso aparte.

Llegamos arriba.

- A pesar de ser en parte ángeles son una raza que ha estado en constante cambio. Ya no son simplemente ángeles o simplemente humanos. Los siglos han estado de parte de su lado a la hora de evolucionar. Al principio de los tiempos pelear contra ellos era mucho más sencillo, tenían un lado humano que sabíamos cómo atacar, y otro angélico de lo que sabíamos qué esperar. Por estos días las cosas son muy distintas.

"Los caídos" cuarto libro de la saga "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora