La vida de Blair Jones ha sido una constante pesadilla luego de la pérdida de sus padres. Todo comienza a cambiar cuando se muda a Inglaterra por su nuevo contrato musical...
Con una nueva vida por crear, y personas nuevas por conocer, Blair asiste...
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La vista que se desplegaban ante mis ojos era de otro mundo. Las montañas nevadas parecía sacadas de una película.
Cuando finalmente abrimos la puerta de la cabaña, el aroma a madera me envolvió. El interior era justo como lo había imaginado: una chimenea de piedra frente a el cómodo sofá, y paredes decoradas con fotografías que contaban historias de las personas que habían visitado el lugar.
—¡Que hermosa vista!. —dije mirando a él británico, señalando el gran ventanal que daba a las montañas
—¿Te gusta el lugar?.
—¡Me encanta!.
La vista era tan impresionante que sentí como si estuviera dentro de un postal. No podía esperar para salir y explorar todo lo que el lugar tenía para ofrecer.
—Saldremos a esquiar mañana, hoy será para recorrer el pueblo y conocer, ¿te parece?. —preguntó, mientras encendía la calefacción.
—Si, aunque buscaré en mi equipaje un abrigo más, muero de frío. —dije caminando en busca de mi maleta.
—Te ayudaré a llevarlo a la habitación. —respondió tomándola y subiendo las escaleras que llevaban a la habitación.
Al llegar, Lando dejó a un lado mi equipaje y encendió la lámpara de mesa. La luz suave iluminó el espacio, revelando dos camas separadas.
—Hay una sola habitación, por eso he elegido dos camas. —mencionó, antes de que yo dijera algo.
—Ya hemos dormido juntos antes. —reí al ver su nerviosismo.
—No quería incomodar.
—No lo haces, pero gracias. —añadí. —Quiero la de la derecha.
—No tengo problema con eso.
—Buscaré mi abrigo, ya quiero conocer el pueblo.
—Abrígate bien, no quiero que te resfríes.
—No te preocupes, he venido preparada.
—Te esperaré afuera.
Mire como salió de la habitación dejándome mi espacio, comencé a buscar entre mis cosas un abrigo, me coloqué guante y un gorro para luego salir. Lando me esperaba afuera, al verme sonrío.
—Te vez muy tierna.
—Dijiste que no quieres que me resfrié, por eso me he puesto todo esto.
—Así estás bien, hay mucha nieve allá afuera. —se acercó para acomodar mi gorro. —Ya estás lista.
Me tomó de la mano, llevándome afuera. Comenzamos a caminar, las calles estaban rodeadas de casas de madera decoradas con luces brillantes y detalles navideños por la época.