La vida de Blair Jones ha sido una constante pesadilla luego de la pérdida de sus padres. Todo comienza a cambiar cuando se muda a Inglaterra por su nuevo contrato musical...
Con una nueva vida por crear, y personas nuevas por conocer, Blair asiste...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Abrí los ojos lentamente, como si el simple acto de despertar requiriera más fuerza de la que tenía. Todo estaba borroso al principio, las luces tenues me cegaban mientras intentaba enfocar lo que tenía frente a mí. La primera sensación que me invadió fue confusión. Había un pitido constante en el fondo, suave pero persistente, mezclado con un leve murmullo de voces. No reconocía nada.
Moví los ojos por el lugar, tratando de entender dónde estaba y por qué había tanto silencio. Entonces noté lo extraño que se sentía mi cuerpo, como si me hubiera pasado un camión encima. Había un dolor punzante en mi pecho, y mi cabeza latía con cada respiración. Intenté moverme, pero el simple acto de hacerlo me hizo soltar un leve gemido.
Lo siguiente que sentí fue un peso cálido alrededor de mi mano. Bajé la vista y vi que alguien la sostenía con firmeza. Mi mente tardó un momento en reconocerlo: era Lando. Estaba allí, sentado junto a mí, con los ojos cerrados como si estuviera agotado, pero no soltaba mi mano.
Los recuerdos de aquella noche comenzaron a aparecer: el taxi, la lluvia, las luces que parecían acercarse demasiado rápido... y luego, nada.
—¿Dónde estoy?. —pregunté con una voz débil y rasposa, que apenas reconocí como mía.
Lando reaccionó al instante. Sus ojos se abrieron rápidamente, encontrándose con los míos, y en su rostro vi una mezcla de sorpresa, alivio y algo que parecía tristeza.
—Blair... —murmuró. Se inclinó hacia mí, pero con cuidado, como si temiera lastimarme. —Estás en el hospital.
El hospital. La palabra tardó en asentarse en mi cabeza, como si no pudiera procesar completamente lo que estaba pasando.
—¿Qué... qué pasó?. —traté de preguntar, aunque mi garganta se sentía como si hubiera estado días sin hablar.
Lando apretó suavemente mi mano, su mirada fija en la mía.
—Tuviste un accidente. —dijo con voz tranquila, aunque noté cómo le costaba decirlo. —Pero estás aquí ahora, Blair. Eso es lo que importa.
No, no otra vez.
Quería preguntar más, quería entender qué había sucedido, cómo había terminado aquí, pero el agotamiento me ganó. Cerré los ojos por un momento, dejando que la información se asentara.
El dolor seguía ahí, recordándome que algo grave había sucedido, pero había algo en la forma en que Lando me miraba, en la calidez de su mano, que hacía que todo se sintiera un poco menos aterrador.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí?. —logré murmurar, apenas abriendo los ojos para mirarlo de nuevo.
Lando exhaló lentamente, como si estuviera liberando una tensión que había estado cargando.