La vida de Blair Jones ha sido una constante pesadilla luego de la pérdida de sus padres. Todo comienza a cambiar cuando se muda a Inglaterra por su nuevo contrato musical...
Con una nueva vida por crear, y personas nuevas por conocer, Blair asiste...
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No puedo decir cuánto tiempo llevaba sentado en esa silla dura y fría, al lado de su cama. La habitación estaba en penumbra, iluminada apenas por la luz que se filtraba desde el pasillo.
Había sido dos días largos, llenos de angustia desde que Blair tuvo el accidente. Todo había cambiado en un instante. Su mensaje, diciendo que estaba en camino y que no podía esperar para verme, aún retumbaba en mi cabeza.
Ahora, estaba aquí, frente a ella. La mano de Blair estaba entre las mías, como cada ves que entro a verla. Apenas podía mirar su rostro sin que me invadiera el dolor y el miedo.
No me gustaba verla así. Menos sabiendo todo lo que ella sentiría al despertarse y saber que tuvo un accidente.
Era volver a revivir ese miedo que siempre ha tenido por años.
—Blair... —susurré, con un nudo en la garganta. Mi voz apenas rompía el silencio, como si temiera molestarla.
He hablado con ella durante horas, aunque sabía que no podía escucharme. Le conté sobre todo lo que haríamos cuando saliera de aquí. Cada palabra era tanto para ella como para mí. Era mi forma de afrontar la realidad.
Aunque quisiera despertar de esta pesadilla.
Sentí un ligero movimiento en su mano, tan débil que casi lo pasé por alto. Me quedé congelado, mirando nuestras manos entrelazadas, preguntándome si lo había imaginado. Pero no fue así. Su mano se movió de nuevo, apenas un pequeño movimiento.
—¿Blair?. —dije, inclinándome hacia ella, mi voz cargada de emoción.
Sus párpados comenzaron a moverse, y por un momento sentí que no podía respirar. Mi mente estaba en un remolino de pensamientos, rogando que abriera los ojos. Y entonces lo hizo.
No fue instantáneo. Sus ojos se abrieron con lentitud, parpadeando contra la luz tenue de la habitación. Al principio, parecía desorientada, perdida en algún lugar entre el sueño y la realidad. Pero luego sus ojos encontraron los míos, y en ese momento, todo en mí se rompió y se reparó al mismo tiempo.
—Blair. —mi voz salió más suave esta vez, mientras me inclinaba un poco más hacia ella. —Estoy aquí. Todo está bien. Respira con calma, ¿de acuerdo?.
Ella intentó hablar, pero apenas un susurro salió de sus labios. Negué rápidamente con la cabeza, colocando mi mano libre suavemente sobre la suya.
—No te esfuerces. No tienes que decir nada. Solo descansa. —dije, mi tono tranquilizador aunque por dentro sentía que mi corazón iba a explotar.
Ella parpadeó lentamente, sus ojos aún pesados por el cansancio, pero había algo en ellos que me decía que estaba presente, que estaba conmigo. Quería llorar, reír, gritar de alivio, todo al mismo tiempo.
