𝟒𝟎 | 𝖥𝗂𝗇𝖺𝗅.

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2026


Blair Jones

El sol bañaba el horizonte con tonos dorados mientras la brisa marina acariciaba suavemente mi rostro

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El sol bañaba el horizonte con tonos dorados mientras la brisa marina acariciaba suavemente mi rostro. Allí estábamos, sobre un yate anclado en una tranquila bahía de Mónaco, disfrutando de los últimos días de un verano que ya parecía grabado en mi memoria. Todo a mi alrededor era un sueño: el azul profundo del mar, el reflejo de las montañas en el agua y la preciosa vista.

Pensar que había pasado dos años desde que nuestras vidas se cruzaron parecía irreal. Habíamos cambiado tanto, no solo como pareja, sino también individualmente. Este viaje a Mónaco, en particular, había sido su idea. Lando insistió en que necesitábamos una pausa, un momento para reconectar fuera del ruido del mundo. Y, aunque inicialmente no estaba completamente convencida, ¿quién podría resistirse a unas vacaciones de verano en Mónaco?.

Antes de venir, habíamos pasado unos días con su familia, algo que para mí, había sido igual de significativo. La relación que compartía con ellos se había fortalecido, pero lo que más me había marcado fue mi conversación con su madre, Cisca.

Estábamos solas en la cocina, cuando se detuvo por un momento y me miró.

—Blair. —comenzó con una sonrisa que desbordaba calidez, esa que de inmediato hacía que el ambiente se sintiera más acogedor. —Mi hijo y tú se ven felices.

Le devolví una sonrisa, asintiendo suavemente. —Lo somos.

Sus ojos, llenos de ternura y sinceridad, me sostuvieron un instante antes de que continuara. —Me alegra tanto, linda. Siempre quise una chica como tú para Lando. Desde que estás con él, lo veo más feliz, más equilibrado. Eres todo lo que podía desear para él.

Sus palabras me llenaron de una calidez indescriptible. Mi corazón se hinchó de gratitud, pero fue lo que añadió después lo que me dejó sin aliento.

—Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti también. Cuando necesites algo, lo que sea, no dudes en verme como una madre.

Era difícil describir lo que sentía en ese momento. Una mezcla de amor, asombro y pertenencia que nunca había esperado. Fue un abrazo figurado que parecía envolverme por completo, una declaración que me hacía sentir que mi lugar en la vida de Lando también era mi lugar en la suya.

—Gracias. —logré decir, mi voz apenas un susurro mientras luchaba por mantener la compostura. —De verdad, se lo agradezco mucho.

Cisca extendió su mano y colocó suavemente la suya sobre la mía. —No es nada, linda. Ahora eres parte de la familia. Todos aquí somos tu familia.

El peso de esas palabras fue tan reconfortante que no pude evitar mirarla a los ojos, casi con timidez. —¿Puedo abrazarla?. —pregunté, sintiendo que un gesto físico era lo único que podría expresar lo que estaba sintiendo.

LONDON BOY || Lando Norris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora