Capítulo 8

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—¿Cómo te fue en la fiesta? —le pregunté a Priscy en la universidad.

—Bien —respondió.

—¿Con quién estuviste?

—Con Karly y Ryder.

—¿Y qué hacían?

—Platicar, Ryder me preguntó por ti y le dije que estabas enferma y que no querías ir.

A los tres minutos que hubo un silencio lo rompí diciéndole:

—Perdón si no quería ir, no tenía ganas, pero por favor no seas cortante.

—¿Cortante yo? —alzó sus cejas.

—Sí, sólo dices pocas palabras —contesté.

—Es porque estoy enojada con la chica Y —rió un poco y luego se puso seria:— La chica Y es tan enojona y melancólica.

—Lo de enojona te lo creo pero, ¿melancólica?

—Sí, recuerda a su padre tanto y eso me enoja.

—¿Y por qué te enoja? —me crucé de brazos.

—Porque cuando la chica Y se entristece por estupideces me enoja, me hace sentir mal y pues la verdad son estupideces que deberían de ser olvidadas y no recordadas.

—Te aseguro que la chica Y se dejará de estupideces, dejará de recordar estupideces y no dejará el grupo Estupideces de YP —reímos las dos.

Pasaron las horas y ya me encontraba en casa. Recibí la llamada de Ángel, contesté:

—¿Ángel?

—Yuridia —contestó.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—Quería hablar contigo ayer pero no contestabas, ¿te pasó algo? —me preguntó muy preocupado.

—No Ángel, no me pasó nada. Sólo que estuve haciendo tarea y trabajos de la universidad —respondí.

—Creí que estabas enferma.

—¿Por qué? —pregunté muy curiosa.

—Pues... eso pensé.

—Okay.

—¿Por qué, qué creías?

—No, nada —reí.

Terminamos de platicar y me acosté a dormir. Al día siguiente me levanté temprano pero con una gran pereza encima. Bajé a desayunar algo pero no estaba mamá ni Julie, fui hasta sus cuartos y sí, ahí estaban dormidas. Volví a bajar e hice waffles. Unos minutos después estaba comiendo y Julie bajó diciendo:

—Hmm... Qué rico huele.

—Son waffles, ¿quieres? —le compartí dos.

—Sí, gracias —me sonrió.

—¿Irás al club? —pregunté.

—No sé, me da flojera —se rascó la nuca.

—Bueno —tomé un sorbo de agua.

—¿Por qué? ¿Quieres ir? —me preguntó.

—No, pero siempre vas los sábados —respondí.

—Pues ahora no —siguió comiendo.

Terminé y dejé los platos en el lavavajillas y me fui a mi cuarto. Abrí el chat de Priscy y vi un mensaje que decía:

Buenos días señorita diez.

Qué bueno que ya no está molesta, pensé.

Le contesté:

Buenos días Priscy.

Unos minutos después respondió:

Tengo que inventarme un apodo.

Reí.

¿Por qué?

Contestó:

Porque tú eres la chica Y, la señorita diez, Yuri y yo? Sólo soy Priscy.

Le respondí:

Tú serás la señorita corajes o la señorita caras.

Puso:

Por qué señorita caras?

Contesté:

Porque siempre haces caras, gestos, garabatos y así.

Me mandó la videollamada y la acepté.

—Como esta cara —me dijo una vez que la vi y arrugó su nariz, hizo ojos bizcos y abrió la boca.

Reí.

—¿Te hacen reír mis garabatos? —me preguntó riendo.

Asentí riendo.

—Yo quiero reírme de ti, haz algo divertido.

No soy buena para hacer reír a las personas, de hecho nunca lo he sido. Así que me levanté de la silla, tomé mi secadora y un abanico, los prendí al mismo tiempo, gritaba como loca y bailaba, como loca. Terminé de hacerlo y vi a Priscy, estaba seria.

—¿Te hizo reír? —le pregunté sentándome en la silla.

—No —respondió fríamente.

Sonreí despistada.

—Eres pésima en hacer reír —dijo fríamente.

—Ya lo sé —contesté.

—Bueno, oye James quiere verte.

Sonreí rápidamente y vi a James el gran chiquito James.

—Hola —me dijo.

—Hola —le dije.

Se quedó callado y Priscy se hartó y le gritó. La regañé, se disculpó y se fue. Después de que la vídeo se quitó vi el chat de Ángel lleno de mensajes. Pero ya saben cuáles.

¿Qué pasa?

Le respondí.

Te mandé las solicitudes de videollamadas muchas veces pero decía que estabas en otra y por lo tanto no podías hablar conmigo.

Suspiré y le mandé la vídeo que respondió luego luego.

—Estaba con Priscy —le dije.

—Está bien, oye te tengo una noticia.

—¿Cuál es? —sonreí.

—Hoy en la universidad hice un gran proyecto y el maestro me dijo que si seguía haciendo excelentes proyectos de Química podría acabar la universidad pronto —dijo alegre y súper sonriente.

—Qué bien Ángel —lo felicité.

—Gracias, estoy tan feliz que mis padres quieren hacer una fiesta hoy.

—¿Tus padres no son estrictos? —pregunté.

—Sí —respondió—. Pero cuando saco excelentes calificaciones me felicitan haciendo una cena en la casa con mis familiares, por cierto estás invitada.

—Ah sí, ahorita me arreglo y tomo el primer avión a Canadá —dije sarcástica.

—Como me gustaría verte de frente —sonrió.

Me sonrojé. Dejamos de platicar, ya que Ángel se tenía que ir, y me dormí un rato.

Amor A DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora