Capítulo 26

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-Jajaja, estás loco Ángel -reí-. Estoy embarazada. Podemos lastimar al bebé.
-Amor, aún no está formado, no llevas ni un mes.
-No Ángel, mejor vayamos a la playa, quiero refrescarme, hace tiempo que no lo hago.
-Bueno, entonces deja me cambio y vamos.
-Si si, haré lo mismo.

Abrí la maleta que me habían dejado en mi habitación los padres de Ángel, rayos, traía un bikini un poco atrevido.

-Esto es de Julie -murmure. Busqué otro traje de baño-. Maldita sea, todos son iguales.
-¿Sucede algo? -dijo Ángel.
-Sí, mira -le enseñé todos los bikinis.
-¡Uuuy! Te verás super sexy con eso.
-¡Angeeel! -dije apenada-. Me da vergüenza que me vea otra gente.
-Hay amor, pero ¿qué vergüenza te puede dar? Si tu cuerpo es hermoso -me tocó mi vientre-. Hey bebé, convence a tu mami de ponerse ese bikini para presumir su belleza de cuerpo, ¿okay?
-Hay Ángel -reí. Me resigne a ponerme el bikini-. ¿Y... cómo me veo?
-Perfecta -se quedó paralizado-. Jamás te había visto tan sexy, bueno sí cuando estábamos en la cama...
-Si creo que mejor vámonos, ¿okay? -lo interrumpi. Salimos tomados de la mano. Empecé a ver a muchas familias, parejas, mujeres con bikinis más atrevidos que el que yo traía puesto, conforme caminaba con Ángel para buscar un lugar para sentarnos, sentía todas las miradas de los hombre, jamás se me ocurrió conseguir una mantita para colocarmela en la cintura y así cubrir mis pompis, no, al contrario, me cubría con la única mano que me quedaba libre.
-¿Te sientes incómoda? Podemos regresar, si quieres amor.
-No Ángel, ya estamos aquí.
-¿Quieres comer algo? -Asenti, vimos un restaurante cercas. Nos acercamos-. ¿Qué quieres amor?
-Una piña colada -respondí. El muchacho que nos atendió me hizo sentirme aún más incómoda, su mirada que me hacía era de arriba-abajo, me dio el vaso servido pero sus ojos aún estaban postrados en mí. Ángel al notarlo se puso delante de mí, cubriendome toda.
-Amor, ve a buscar una mesa, ¿quieres? -volví a asentir.

Encontré una que al menos no daba la vista al chico que estaba en la barra, así podía tomar mi bebida agusto.

-Regresé -llegó Angel-. Oye, ¿te diste cuenta cómo ese chico no paraba de mirarte?
-Sí amor, lo noté.
-Cuando te fuiste el muy hijo de puta no disimulaba su mirada en ti así que le tuve que decir qué diablos traía.
-¿Y qué te dijo?
-"No nada, primo primo, sólo quería decirte que tu novia es muy bella" Ja! Tuve que decirle que eres mi esposa y sólo se quedó callado
-Sabía que traer este bikini sería bochornoso.
-Amor, no es tu bikini lo que los impacta, sino tu rostro, la belleza de mujer que eres.
-Ay por Dios Ángel, en el hotel me dijiste que sería por mi belleza corporal -textualice sus palabras.
-Me retracto amor -reímos-. Bueno, ¿y ya quieres entrar al mar?
-No lo sé, no trajimos ni toallas, ¿Cómo nos secaremos?
-Ah, ah, ah, -saco su celular-. Para eso está Ronaldo.
-Oye, el es nuestro guía no nuestro gato amor.
-Pero fue un descuido, dudo que no quiera venir.
-De acuerdo.

Y así en diez minutos llegó Ronaldo con dos par de toallas y después se retiró.

-¿Entramos? -dijo Ángel.
-No sé Ángel... tengo pena.

Ángel me cargó por las piernas así teniendo mi torso en su espalda y me llevo al mar.

-Bajame, bajame -le gritaba.
-No no no -decía riendo.
-Ángel no se te ocurra aventarme, recuerda que estoy embarazada.
-No lo olvido princesa pero tienes que divertirte -me bajo y me cargo como una bebé así entrando al frío mar.
-Está helado -gemía de lo frío que estaba.
-Tranquila, ahorita se calienta -aún cargandome-. Ahora, tapate tu nariz porque me voy a sumergir por abajo del mar.
-No, no, no, ni se te ocurra Ritchson, dicen que al abrir los ojos te pican de lo salado que está el mar, y además no se nadar.
-No te voy a soltar, te lo prometo.
-No como quiera ¡no! -grité y Ángel me sumergió junto con él. Al segundo me subí, no pensaba estar abajo más tiempo. Tenía los ojos cerrados, temía abrirlos y que me picaran-. Aaah! Te odio Ángel, no puedo abrir mis ojitos -lo golpee.
-Oye, ¿qué tienes? -dijo una voz extraña. Me talle los ojos y los abrí. Había golpeado a alguien más-. ¿Por qué me agredes.
-Lo siento, crei que eras mi esposo, lo siento de verdad.
-¿Estás casada? ¿Es una broma verdad? -dijo aquel chico alto, bronceado.
-No, claro que no.
-Te ves muy joven para estar casada, ¿cuántos años tienes?
-Veinte.
-Sí, muy jovencita. Pero ay lo siento, soy Mark.
-Mucho gusto, yo soy Yuridia, y de nuevo lo siento que te haya golpeado, tengo que irme a buscar a mi marido.
-Oye, eres muy linda, no deberías estar casada, deberías salir conmigo -me tocó de la cintura atrayendome a él-, ¿no crees?
-Claro que no, yo tengo a mi marido y soy feliz con él -hice que me soltara-. Adiós -me di media vuelta y sentí como me dio una nalgada, abrí mis ojos de plato, me volví a voltear y le di una cachetada.
-¡Oye! Qué agresiva eres muñeca.
-¿Qué demonios te pasa imbécil? -Ángel lo golpeó llevándolo a la arena-. Respeta a mi mujer.
-No Ángel ya levantate, no golpees a un idiota -le dije.
-¿Cómo te atreves a faltarle el respeto? Imbécil -le dio un golpe en la nariz y le provocó sacarle sangre-. Yuridia, vámonos al hotel.

Se había enfadado.

-Ángel, no debiste golpearlo, ya le había dado una bofetada.
-¿Crees que con eso te dejaría en paz? ¿Piensas que se alejaría? Él seguirá aquí. ¿Cómo puedes ser así?
-Oye ¿que te pasa? Yo no tengo la culpa de que me haya faltado el respeto. Y si lo bofetee es porque se lo merece.
-Ya se, ya se, maldito imbécil -se acostó en la cama.
-Sabía que traer este maldito bikini sería un problema -fui al baño y me lo quité-. ¿Sabes que? Mejor vamos a otro lugar.
-¿Quieres ir a un restaurante?
-No, quiero salir a caminar.
-De acuerdo, vamos.
-¿Ya estás mejor? -pregunté sentandome en la cama.
-Claro que sí amor, perdón por hablarte mal.
-No te apures, te entiendo.

Ángel me agarró y me acostó en la cama con él.

-Te amo -dijo y nos besamos.

Nos cambiamos y salimos. Hawaii era muy bonito. Caminamos horas y horas, incluso nos tomamos demasiadas fotos para los recuerdos, compramos llaveros con el nombre de Hawaii. Estuvimos platicando. Toda la tarde y parte de la noche estuvo genial. Mucha paz. Los días siguientes almorzamos en el hotel, nos la pasábamos en la alberca de este mismo, a veces íbamos a la playa, aquel chico Mark estaba con otras mujeres, pobre de ellas. Hacíamos casitas de arena. Rentamos una cama que tenía todo cubierto. Y ahí pasamos la noche viendo la hermosa vista del mar. Fuimos a un bar también a bailar, cenar, platicar. Hasta que pasaron diez días y tuvimos que regresar.
Desde ahí todo cambió.

Amor A DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora