• 77 •

979 103 200
                                        


Los días sin ella se sentían eternos.
Las noches, aún peor.

Dos semanas.

Dos semanas sin Maddy.

Dos semanas y por fin se la verdad.

Me drogaron.

Desde aquella noche no había vuelto a ser la misma. No dormía, apenas comía, y todo lo que intentaba escribir terminaba roto en pedazos, con su nombre manchando cada palabra

Madeline

La extrañaba. Nada era igual sin ella. Desde que se fue, no he soltado la hoodie que dejó; todavía guarda su olor. Cierro los ojos y me imagino que está aquí, abrazándome. A veces me pregunto si ella hará lo mismo. Cuando se fue se quedó con mis Yeezy's slides y con el hoodie que me gusta, pero me importa un carajo eso; yo solo la quería a ella

Si pudiera retroceder el tiempo, lo haría sin pensarlo.

Si pudiera regresar esa noche, jamás habría tomado de ese maldito vaso. Pero no se puede. El pasado ya estaba hecho

Esa era la carga que arrastraba todos estos días: un peso que me hundía en cada silencio, que me dejaba con el corazón estrangulado.

Al principio todo era borroso, como si mi mente hubiera apagado las luces. Pero con los días, los fragmentos empezaron a regresar, golpeándome a ratos. Recordaba su cara, mi confusión, la presión en mi cuerpo. Yo no lo quise. Yo no lo busqué. Esa mujer me había obligado

Me había robado más que un instante: me había robado a mi Maddy

Y ese era el punto. Porque yo jamás podría hacerle algo así a ella. Nunca. Ni en mis peores errores, ni en mis peores días.

Por eso estoy aquí, frente a esa puerta

Arrugué el papel entre mis manos temblorosas y me acomodé el beanie Off-White que sé cuánto le gusta. Respiré hondo, con la garganta seca y los ojos ardiendo de tanto contenerme. Tenía que verla

Tenía que explicarle. Tenía que dejar que escuchara de mí lo que había pasado.

Le di al timbre una vez.

Esperé. Silencio.

Toqué de nuevo, con más fuerza esta vez, rogando escuchar sus pasos, cualquier señal de que estaba ahí.

Rogando que apareciera, aunque solo fuera para decirme que me fuera al carajo.

Nada.

Solo el silencio que parecía burlarse de mí.

No... no podía ser. ¿Qué hacía ella aquí? ¿Cómo se atrevía?

Maddy sintió cómo el mundo se congelaba a su alrededor. Cada palabra que intentaba pronunciar se atascaba en su garganta; su mente buscaba una explicación que no encontraba.

Los ojos de Maddy se abrieron de par en par, el corazón latiéndole tan fuerte que parecía que iba a romperle el pecho. Un susurro escapó de sus labios:

—¿Mamá?

Diana estaba allí, de pie en la puerta, y Maddy apenas podía creerlo. La sorpresa, la rabia y un miedo latente la golpeaban al mismo tiempo, y se preguntaba si todo esto era un mal sueño del que pronto despertaría.

—Madeline... estás cambiada —dijo sorprendida, mirándola de arriba a abajo

—¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?

—Vengo por algo... pero al verte aquí, quiero hablar contigo

—Bueno, yo no quiero hablar —respondió Maddy, cruzando los brazos, firme

INTERLINKED  ✉︎  Young MikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora