Mientras espero a que conteste, tamborileo los dedos sobre la encimera.
Al quinto tono, contesta:
- Sí, amor ¿cómo estás? Pensé que vendrías a la fiesta de Park. – se escucha ebria.
Guardo silencio unos minutos, ¿Acaso me aviso sobre la fiesta? No. No lo hizo. Escucho como sorbe sus mocos, casi puedo sentir que se toca la frente.
- Mira, si no vas a contestar te marco ya que llegue a casa, ¡ahorita me la estoy pasando bomba!
Tras decir esto, escucho sonidos ajenos a su voz. Es un hombre. Detrás de la línea escucho.
- Basta... Oh, oh... noooo, espera... - de nuevo se pega la bocina de su móvil a su boca -. Amor, tengo que colgar... Jessi me necesita.
- Sé que estas con otro hombre. ¿Quién es? – antes de que pudiera colgarme le grito al maldito teléfono. Estoy por reventar.
- Alucinas, querido. Chao
Me cuelga.
Miro unos instantes el celular en mis manos y sin dudar un segundo lo arrojo lo más lejos posible. El pobre aparato se troza y esparciéndose por todo el piso, empiezo por decir todo tipo de palabrotas.
Tomo mis lentes que había dejado a un lado del plato con el sándwich y me dispongo para ir a buscarla. No voy a dejar que me engañe, y mejor ir a aclarar todo este rollo en este instante.
Al llegar a la casa de Parker, me dirijo directamente a su terraza en donde esta todo lleno de chicos y chicas del instituto y de otros lados a los cuales no reconozco.
Estoy furioso. Me tranquilizaré, nada de dramas en una fiesta y menos con tanta gente a mí alrededor. Empiezo por recorrer con la mirada el lugar, todos están ebrios, jugando, la música ensordecedora, besándose, casi teniendo sexo en la piscina improvisada.
Esto da asco.
Una mujer en bikini pasa por un lado de mí, con bebidas en una charola, para olvidar todo aquel desastre, cojo uno y me lo bebo deprisa. Siento como el licor ardiente desciende por mi garganta.
Hago una mueca agria, me limpio los labios con el dorso de la mano y miro a mis lados.
Prefiero quedarme en casa viendo series, grandes cantidades de series de mierda, leyendo novelas fantasiosas o de un amor triste y ocasional, dibujando, comiendo chucherías, mirar películas por horas, escuchar música o en tumblr...
No lo entiendo.
Entro al baño que esta al fondo de aquella terraza. El de hombres está lleno, no aguanto, la vejiga me va a reventar, parece ser que la bebida me envalentono. Arrastrando los pies me dirijo al w.c de mujeres, no hay nadie. Solo dos chavas pasadas de copas, y droga, aquí apesta a marihuana.
Al abrir la primera puerta del retrete, me encuentro con el pelo negro de Nina en un chongo y encima a horcajadas de un tipo tatuado por todas partes, más grande y robusto. El único que voltea a mirarme es aquel hombre, depositando cuidadosamente el flacucho cuerpo de la mujer pasada de copas en la tapa del inodoro, enseguida, se sube el cierre de su bragueta, acomodándose el pene para que no se le note. Me empuja y Nina con risa histérica y la mirada perdida no se da cuenta de la situación.
Tengo tantas ganas de abofetearla.
Simplemente me acerco a ella, acomodo sus bragas y su falda gris de vuelo.
La zarandeo un poco.
- Nina, ¡escúchame! – tanteo su pulso, esta aceleradísimo -. Tenemos que salir de aquí, te llevare a casa y... y cuando estés mejor, hablamos – encolerizado. La tomo entre mis brazos.
- ¡No! No puedes llevarme a casa... estoy como una larga fila del supermercado -. Arrastrando las palabras y con su voz de niña mimada, mira mi expresión de duda y coraje y prosigue -: es porque estoy hasta atrás.
Suelta su risa espantosa, y antes de que resbale de mis brazos, la alzo para que se acomode entre el hueco que hacen mis delgadas extremidades. El vaso que llevaba consigo, lo tira al pasar por la terraza. Bajando los escalones que dan para la entrada principal. La bajo al pavimento y ella, ladeándose de un lado a otro, pregunta:
- Ese es el carro de mi chico. – se golpea con un dedo el labio inferior. – es un estúpido. – y escupe al vidrio del pasajero.
Acto seguido, saca un cigarrillo de su chaqueta y antes de prenderlo le suelto un manotazo.
- ¡OIE!
- ¡Sube ya al auto! Vamos, te llevare a casa. – abro la puerta del pasajero y pongo en su nuca mi mano, para que esta no se golpee al entrar.
Vaya gran mierda.
Quiero llorar, patalear, gritar y golpear mi saco de box.
Pero sobre todo, quiero mear. La vejiga me va a reventar.
Pensé que nada saldría más mal. Nina acaba de vomitar el tapiz de mi auto.
¡Rayos!
Antes de poner en marcha el auto, me encuentro con los dulces y tiernos ojos avellana del hombre que estaba frente a mi casa. Se está aproximando a mí. Ahora lo miro detenidamente. Es alto, guapo, musculoso, bronceado y ceja poblada, barba espesa, y... ¡Oh! Tatuajes en su brazo izquierdo, el antebrazo está desnudo, sin tinta.
"¿¡Vamos, qué te sucede!? Tú no sientes atracción por este hombre."
¡Argh! Sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos, pero su mirada es más potente que todas mis fuerzas para disuadir esos deseos.
- Hey – su voz ronca y tranquila me hace un leve hormigueo de nervios en la columna -. ¿Necesitas una mano? Esa chica parece ser que le gustan los problemas. – con un movimiento de cabeza señala a la Nina borracha y desparramada del asiento.
- Ya sabes, jovenes.
¡Pero qué tontería acabas de decir! Me muerdo el labio inferior y alcanzo a vislumbrar como el hombre de ojos avellana y boca de tentación, sonríe sin apartar su vista de mi labio hinchado por la mordida.
- Viejo, dejo que sigas tu camino.
- Gr... gracias. – digo con un hilo de voz.
Golpeo el volante y miro como mis nudillos están tan blancos a causa de apretarlos.
Estoy por echar a andar mi carro, cuando:
- Te seguiré hasta mirar que estés bien. – vuelve y apoya sus manos en el marco de la ventana.
- No es necesario. – contesto carraspeando.
No quiero que sepa que me pone nervioso.
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La fuerza del amor
Teen FictionLo observo detenidamente, es un hombre guapo y delgado, el color de su cabello negro azabache, nariz pequeña y su boca... exquisita, el labio inferior carnoso y de un rojo intenso. Mando callar a mi subconsciente, no seré hipócrita, siempre eh queri...