Capítulo 22.

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El rechazo de mi madre fue un martes por la noche. Ya habían pasado tres días y ella no me dirigía la mirada ni me llamaba para comer.

En la escuela todo siguió igual. Hoy, por fin, último día de clases y me largo por unos días a Los Ángeles. Me despedí de Riley y Clar, las cuales se fueron en el auto de And. Ahora tenía que ocuparme de decirle a Riley mi situación antes de que And meta su cuchara.

- Pasaran por mí, y tomaremos un vuelo para Los Ángeles las 13 horas. – tenía que darle santo y seña a mi padre, para que me dejará ir y me proporcionara un poco de dinero.

- Recuerda llamarme todas las noches. ¿Puedes limpiar esa mesa por mí?

Dejo mi mochila en el suelo y empiezo por limpiar la mesa, cuando alguien entra al bar y escucho mi nombre. Acomodo todo rápido en su lugar y salgo deprisa.

- Buenas tarde. – saluda el hombre con quien me iría de viaje.

- Este... él... él es. – le digo a mi padre.

Los dos parecen no entenderme y prefiero dejar los nervios de lado.

- Jarec Reed, es con quien salgo. – declaro, aclarándome la garganta.

Se tienden la mano, más rato de lo que yo creo necesario y mi padre le dedica miradas acusadoras.

- Mucho gusto. Soy el padre de Zac, y espero todo lo mejor para él. ¿De acuerdo? – parece más bien una amenaza.

- Patético. – digo por lo bajo. - ¿Nos vamos?

Agarro mis cosas y salgo rápido del establecimiento, dándole un fuerte abrazo a mi padre. Mi madre, simplemente me mira, detrás de la barra, atendiendo a los clientes. Me aproximo a ella y le presento a Jarec. Ella, lo mira de pies a cabeza y hace una mueca de desprecio.

Jarec sonríe y dice mucho gusto, un placer, o algo por el estilo. Me despido de mi madre con la mano alzada. Pronto se le pasará.

- Así que estamos saliendo ¿cierto? – levanta ambas cejas.

- Parece, ¿no crees?

- Sí, sí lo estamos haciendo. – me toma de la mano, pero la retiro rápidamente.

- ¿Dejaste mi auto?



- La última vez que me subí a un avión fue a los seis años. Y no lo disfrute para nada.

Estamos subiendo hasta el último piso de un edificio.

- Ya verás.

Al entrar puedo ver como un helicóptero nos espera.

- ¿Vas a pilotear? – pregunto, confuso.

- Sí. De esta manera llegaremos más rápido.

Mi boca cae hasta el suelo.

- Estas lleno de sorpresas.

- Te sorprenderías de cuánto.

Acomoda mi cinturón y frente a él el volante para pilotear, es una cabina llena de botones y números. Nunca había estado tan cerca de un helicóptero, y jamás dentro de uno mismo. Estoy que no puedo.

- Ya vamos a despegar, pero antes necesito un beso de la suerte.

- ¡Oh, vamos! Que cursi. – hago una mueca de asco.

Reprime una sonrisa y me mira con ojos inquietos. Yo frunzo los labios y se acerca a mí. Con lentitud, y apasionado, succiona mi labio inferior, provocando que mi entrepierna empiece a crecer.

Su mirada es de lujuria y deseo.

- No pasa nada, también con un beso logras ponérmela dura.

La adrenalina que corre por mis venas al estar en el aire, y oírlo así, me calienta muchísimo.

uctiXx'


La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora