Capítulo 16.

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Acerca un taburete a su lado, me indica con la mano que me siente. Las chicas de su alrededor, me miran estupefactas, muchas de ellas le preguntan cosas como: "¿es tu hermano?, ¡Que chico tan mono!"

Patéticas.

La mayoría es de mi edad, no hay nadie aquí mayor de veinticuatro años, excepto Jarec, él es mi acompañante. Mi interior empieza por dar marometas y saltar en el aire, triunfador. No sé ni por qué me alegro de eso.

Sí, sí sabes el por qué".

¡Caray! Mi subconsciente cada día me traiciona más.

Su larga mano posa en mi hombro sacándome de mis pensamientos.

- Es un chico agradable ¿no creen, niñas?

- Por supuesto. – contestan al unísono.

- Claro que sí. En una semana nos iremos para Los Ángeles a una pasarela de Emily Roberts.

Tras decir esto, varias de las chicas empiezan por gritar exaltadas y llenas de emoción en su interior.

- ¿¡Eres amigo de la mujer más hermosa de Arizona!?

- Sí. – contesto. – y no solo eso, es su pareja.

- Oh mi dios, me va a dar algo. – una chica de pelo rizado, muy bonita, hace un movimiento torpe hacia atrás. En su descuido, cae de espaldas al húmedo pasto, todo a consecuencia de las bebidas. Y de su estupidez.

Jarec me toma de la muñeca, y me conduce fuera de ese lugar. Llegamos a un grupo de personas, todas bailando. Me golpea con el codo a un costado, y me invita a bailar. Disfruto de la música, y, en un intento infantil, le muestro la lengua. Después hago un paso exagerado de baile. Él sabe que es una broma y ríe abiertamente. También me echo a reír a carcajadas.

No me falta nada. Tengo (por más insoportable e infantil que sea) a mi mejor amiga, mascotas y una familia (nunca están en casa) que amo y me tratan de lo mejor. Pero tengo que reconocer que ser quien eres con una persona que apenas conoces es; interesante, emocionante, no sé. Con él puedo ser yo, sin miedo al rechazo, mostrarme tal cual soy.

Y, lo que verdaderamente deseo, es a alguien que se quede conmigo a pesar de lo difícil que resulte ser.

Vaya forma de pensar en una sarta de niñerías.

Sencillo, por hoy dejaré que todo fluya como sea. Mientras disfrutaré de la compañía y de lo bien que me hace sentir la amistad de Jarec.

En corto tiempo ha demostrado ser un ejemplar amigo. Cada que sonríe es altamente guapo, esos ojos que se encojen cada vez que muestra su dentadura perfecta.

La noche avanza con gran rapidez.

Cuando me doy cuenta ya es tarde, puesto que estoy muy borracho que no puedo ni sostenerme de pie. Hay tantas cosas que quiero hacer con aquel hombre. Siento como el corazón me bombea hasta en los oídos, recuerdo el dulce sabor de su boca en la mía, sus caricias, en la forma que me hicieron sentir... pero eso no importa, ahorita estoy muy, demasiado, borracho.

Mis cumpleaños son pésimos. Los aborrezco.

Maldito sea el día en que nací.

Intento parecer normal, pero es imposible caminar recto. Riley tuvo la culpa de que este tan ebrio. Vamos de camino a la salida, cuando volteo al lado derecho, en donde va mi amiga.

- N-no, puedo... llegar, a casa. – no puedo ni hablar, y me doy cuenta de ello. – Así. – con demasiado esfuerzo termino la oración.

- N-no, puedes, quedarte en mi, casa. – empieza a burlarse de mi estado.

Ignoro su comentario por completo. Voy colgado de los hombros de Jarec. Clar, colgada de los hombros de And, besuqueándose sin pudor. Y ese chico mete mano por doquier. A nadie parece importarle.

Retira con cuidado mis brazos de encima y me indica un lugar, escucho que pronuncia algo. Yo muevo la cabeza afirmativamente, y él regresa dentro. No aguanto mi estado, me acomodo con las piernas cruzadas, en la orilla de un escalón que da a la entrada. Cayendo en un profundo sueño, recargando mi cabeza en el marco de la puerta.

La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora