Capítulo 30.

56 3 1
                                    

Espere a que anocheciera y mientras Jarec tomaba una ducha en el jacuzzi de su amiga, aproveché para salir de ahí, necesitaba aire fresco, pensar con más tranquilidad las cosas.

Mierda.

¡No sé nada sobre relaciones así! 

Maldita sea. Tampoco sé qué es lo que pasó entre Jarec y Ezau hace una semana, ese día en el que fue a su aerolínea. Tomé una sudadera sencilla, y me dispuse a salir de estas paredes.

Pasé por una tienda muy mona, con abrigos, regalos y accesorios muy originales. Compré un colguije y pensé en mamá, quise echarme a llorar tras el recuerdo, años atrás tenia uno igual a ese, uno mismo que mamá me había regalado antes de irse, un día antes de mi cumpleaños.

Sin haberme dado cuenta estaba sobre una carretera, caminando sin preocupación, con los sentimientos tan vulnerables, el corazón martilleándome el cerebro, y el cerebro expulsando y rememorando cada detalle de todo lo vivido en mi vida. Una terrible melancolía, una botella de vodka y esta noche llena de insomnio.

- ¡PARA YA!

Su voz no me toma por sorpresa, continuo caminando sin voltearlo a ver.

- ¡Hablo en serio, quédate en donde estas!

Me giro a él, con las lágrimas amenazándome a salir a la vista. No quiero verme patético derramando un torrente de agua de ellos. No quiero que me vea.

Odio que la gente me vea llorar. En verdad lo odio, me hace sentir débil. Frágil y tonto. No me gusta llorar enfrente de nadie porque no quiero que sepan mis puntos débiles, lo que me hiere. Con el nudo en la garganta, obstruyéndome las palabras.

Presiona mi muñeca, descendiendo hasta mi mano, entrelaza mis dedos a los míos y me mira a los ojos. Puedo ver que también sufre de momentos de confusión y dolor. Una fuerte lluvia se suelta, empapándonos en cuestión de segundos, su playera gris se pega a su cuerpo, y mis lentes se empañan, los guardo en mi mochila húmeda y lo miro directamente a los ojos. Todo lo que yo quería era estar estable con alguien, y ese alguien era él.

- Sólo quiero hacerte sentir bien en tus peores días. – dice con un hilo de voz.

Juro que sus palabras estaban surtiendo efecto, no soportaba estar de esta manera, y lo peor de todo es que siempre encuentra como derrumbarme, verlo de manera correcta, que no comete ningún error, como si de estar atado a él se consumiera todo. Perdonarle cualquier falla que tuviera, y eso es lo que más me molestaba.

- Lo que más me gusta de ti es tu sinceridad y que siempre vas por ahí con la actitud y palabras correctas. Tu franqueza me daba mucha seguridad. – aparté mis ojos de los de él -. En serio, ¿qué pretendías? Eso que tú haces es lo que realmente funciona conmigo, ser sincero y las cosas que desde el principio me decías querías hacer conmigo.

- Aún lo quiero.

- Lo sé. Yo también.

- Perdóname si no te lo conté antes... es solo que... que no fue importante, lo mandé a la chingada, jamás haría algo así, engañarte... ya acepté que esta de insistente, pero no me importa; no lo quiero, a quien quiero es a ti. Yo ahora estoy contigo. Te quiero, ¡entiéndelo!. No me hagas esto, todos siempre se largan, se van de mí y me dejan sólo, viéndome caer al abismo, sin ayuda.

Trague saliva, me lastimó la garganta, tanto, como si estuviese pasando alambre de púas.

- Te perdono, y la razón por la que lo hago, es porque ni tú ni yo somos perfectos. Todos los humanos cometemos errores y no serás el primero ni el último... - las manos empezaban por sudarme. – promete que jamás harás algo que me lastime.

- Tu problema es que siempre estas pensando de más.

Sentí como una gota bajaba por mi mejilla, y no es a causa de la torrente lluvia. Si Jarec la vio, jamás mostró impresión alguna de ello, se limitó a abrazarme fuertemente, estremeciéndonos por el miedo que nos tenemos al perdernos. Me besó con pasión, pidiendo permiso con cada movimiento de sus labios a los míos. Porque, sinceramente... me estaba enamorando de él.

=�=�QJ�


La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora