Capítulo 19.

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- ¡Fue increíble!

Se retira un poco de mí y veo como se quita el condón. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que se lo había puesto, estaba tan asustado y excitado que no me percaté de que había usado preservativo. Eso me quita un peso menos de encima.

Volvió a tumbarse cerca de mí, en la alfombra donde terminamos.

El sueño me estaba ganando, quería dormir por un rato, un rato, un mes, un siglo tal vez. Estoy tan soñoliento. Bostecé de una manera muy ruidosa.

- Sí. – logré decir.

La duda y las amenazas por parte de And, me estaban consumiendo. Necesitaba preguntarle, pero antes de todo eso, necesito dormir. Me siento, no lo sé, raro; no debí dejar que me penetrara. ¿O sí?

¡Aaargh!

Parece ser que me leyó la memoria, pues, pasa sus brazos, atrayéndome a su cuerpo, puedo sentir el calor que desprende. Es reconfortante, acogedor y ansioso.

- Tú hermano está muy molesto con que seamos... - no quiero comportarme como un mocoso -. Ummh... amigos. – digo con mi cara pegada a su pecho.

- Ven. – se levanta de la alfombra, el lugar donde terminamos, fatigados. Y se acomoda sus bóxers.

Lo sigo, a espaldas de él. Quiero acariciarlo y decirle tantas cosas. Tengo miedo que después de esto, ya no me busque más. ¿Es normal pensar eso después de un revolcón homosexual?

Pff.

Llegamos a su recamara y nos desparramamos en su colchón. Dejando que el sueño nos invadiera.



Al despertar, me acomodo en un rincón de la amplia cama y me quedo mirando a la nada, con los ojos entre cerrados. Todavía modorro. Escucho como Jarec suelta un gruñido, tallándose los ojos, me aviento a su cuerpo y empiezo por hacerle cosquillas. Como sabe que él es más fuerte, disfrutando mi momento, me deja por un rato más, pero después me sujeta las manos y encima de mí comienza por atacar con un furioso ataque de cosquillas.

- Para, para ya.

- No puedo, jamás te había visto tan sonriente conmigo. – me dice con un brillo en sus ojos.

Y tiene razón; no había sonreído de esta manera así, estando con él.

- ¿Me ayudaras con mi trabajo final?

- Cierto. – mira su reloj de mano. – son las 20 horas. ¿Quieres cenar?

- Sí.

Ya en su cocina, empieza por guisar unos macarrones, y pone música. Comienza cantando, siguiendo el coro con un acento muy acertado.

- ¿Qué canción está sonando?

- Can't take my eyes off you de muse.

- ¿Acaso es una indirecta? – enarco las cejas.

Levanta mis lentes, y por encima del desayunador, se sube para besarme la punta de la nariz. Sonrío, incrédulo.

Las barreras que con tanto esfuerzo he levantado, se están desmoronando poco a poco, sin piedad, dejándome sentir como va entrando a mis sentimientos con prisas.


La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora