Capítulo 29.

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¿Qué necesidad tendremos nosotros los seres humanos para destruirnos de diferentes maneras? ¿Por qué siempre hacemos cosas tan destructivas y crueles, lastimándonos unos contra otros? Nos dieron la capacidad de razonar y un cerebro demasiado grande como para pensar mejor las cosas. Sólo que nos gusta ver sufrir a los de nuestra especie.

Tendidos en la cama, con una sabana en nuestras cinturas, alcanzo a mirar su perfil detallado de Jarec, la persona que me robó la razón. Cualquier indicio de cordura se ha desvanecido con él.

Siempre tengo miedo, pero con él es distinto.

- Fue hace seis años. – empieza por hablar. – Su nombre es Ezau, me gana con diez años, me enamoré de él como un maldito loco... - empieza a carraspear.

¿Cómo dijo? ¡Son muchos años de edad!

"Oh, mejor cállate, son ocho años de diferencia contigo."

- Me mudé con Ezau a los veintitrés. Perdí todo con lo que siempre había soñado, mis amigos, familia, mi empresa. Todo. Viví muchísimas cosas junto con Ezau, todo al principio fue, para mí, hermoso. Me sentía invencible.

Silencio.

Me empiezo por remover incomodo, buscando una mejor postura.

- En nuestro tercer año juntos, fuimos a un restaurante para celebrar, charlamos de infinidad de cosas, hasta que una mujer con un niño en brazos y una pequeña de cuatro años se nos acercó; con la cara enrojecida... la mujer empezó por gritar cualquier palabrota, groserías que nunca había escuchado hasta aquel entonces. – veo como le duele, hablar de ese pasado que lo atormenta. – ¿entiendes lo que digo? Él ya tenía una vida, con esposa e hijos. Me estaba mintiendo todo el tiempo, y yo fui su mejor presa. Traté de hablar con Anderson antes de mudarme con ese... pero también le había fallado, el estaba en su graduación, había faltado a uno de sus mejores días, a un triunfo que había alcanzado... simplemente estaba complicando todo. Me tomó dos años regenerar nuestra unión como la familia que solíamos ser.

Se pasa ambas manos por su pelo oscuro, alborotándolo y los ojos enrojecidos a causa de las lagrimas que no se atrevía a derramar.

- Lo peor de todo fue que su hija tiene síndrome de down. ¡Fui su escape más viable para olvidarse de los problemas que estaba enfrentando! Ese mismo día tomé mis cosas y me instale en otro lugar. Tenía que comenzar de nuevo, mis padres no me iban a aceptar, no después de que yo les fallara de esa forma, varias de mis aerolíneas quebraron a consecuencia de mi estupidez.

Las lágrimas quieren asomar a sus ojos, pero él es más fuerte y se los impide. Se remueve incomodo, se quita la sabana que nos cubría y se sienta, dándome la espalda.

- Llegas tú, me mueves el piso dejándome indefenso, y ahora que en verdad estoy tan tranquilo contigo, llega Ezau para cagarla.

- ¿Qué tratas de decir? ¿Aún te remueve... te remueve sentimientos?

- No.

- ¿Entonces?

- Chingado, en verdad te quiero.

Traga saliva con dificultad. Me mira a los ojos, después de toda esta noche sin mirarme a mí.

- Ya no lo había visto, hasta hace una semana que contactó con la empresa.

Palidecí.

Mi rostro se torno sin emoción y gris. Pero eso no me impidió hablarle con la verdad.

- Lo peor de todo, es que tú sabías lo frágil que yo era, y eso es lo que más me duele.


La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora