Nada más aterrizar en el lujoso hotel en dónde mantenía una hipoteca su famosa amiga, empezó por besarme desenfrenadamente. Entramos y me tumbó al primer sofá que encontramos.
- En serio me pones tan cachondo. – Jarec comenzó dándome mordisquitos en el cuello.
Yo no tuve oportunidad a nada y flaqueé, me quede sin fuerzas para él. Rodeo mi cintura y me estrecho a su rígido cuerpo, notaba como nuestras vergas chocaban una con otra, mi pene palpitaba bajo mi pantalón. Desabroche su cinto y empecé a masajearle su entrepierna. Él hizo lo mismo, arqueé la espalda en la alfombra y con el cuerpo de Jarec a horcajadas sobre el mío.
Le lamo el costado de su tórax, cayó de espaldas y palmeé sus definidas nalgas. Mordisqueé una y luego hice el mismo proceso con la otra, su culo era espectacular y todo mío, lo podía saborear cada vez que yo quisiera, haciéndolo de mi propiedad, aunque aún no estuviera dentro de él, sus nalgas me volvían loco. Su cuerpo, su mentón, su rabadilla, todo en él me volvía completamente loco.
Metí su dura verga a mi boca, llenándome de él. Me levantó de mi lugar dejando mi pene a la altura de su cara, como un sesenta y nueve, yo arriba y el debajo.
Sentí la humedad y calidez de su boca, no pude sino otra cosas que soltar un gemido, paseé mi lengua por sus testículos, estremeciéndolo y con mi verga aún en su boca soltar un bufido de satisfacción. Comencé a moverme más rápido sobre su polla y mi boca, masajeando de arriba y abajo su dura verga.
Él hizo lo mismo, no pude hacer otra cosa que aventarme de lado a él y dejar que hiciera su majestuoso trabajo conmigo.
- Quiero que te vengas en mi pecho. – me dijo con un hilo de voz, su cálido aliento me estremeció de placer.
- ¡Quiero hacerlo ya! – mi voz sonaba tan lejana a causa de los espasmos.
Nos levantamos del sofá y caminamos hacia la cama. Me tumbé, a su cuerpo, cuando menos me lo espere, estaba llenándome el cuerpo con un cubito de hielo, mi piel se estaba poniendo tan sensible a su tacto que puedo jurar como mi cuerpo y mi cerebro dejo de funcionar, estaba a su merced.
Hacia lo que quería conmigo, pasó el cubito de hielo por mi pezón, poniéndolo duro. Me volteó, con el cubito de hielo en su boca lo pasó por mis nalgas que se entumecían por ese simple contacto. Su mano chocó varias veces en mi culo, aullé de excitación.
Me hace girar poniéndome a horcajadas sobre él y con su mano maestra, masturbó mi duro pene, yo hice exactamente lo mismo, con mi mano derecha atrás entre mis nalgas, masturbando su suave verga.
Antes de explotar los dos en un orgasmo tan esplendido, me tomó fuerte de los hombros, como si de una embestida se tratase.
- ¡Quiero que cuando nos corramos me mires a los ojos! – sus ojos enturbiados de placer, soltando chispas.
Me lo dijo de una manera que me sorprendió, abriendo los ojos de par en par. Los dos nos corrimos en un intento de detenerlo por mucho más tiempo, pero nos fue imposible.
Al corrernos oí como Jarec y yo nos gritábamos nuestros nombres en medio de un acto sin freno y cachondo.
ESTÁS LEYENDO
La fuerza del amor
Teen FictionLo observo detenidamente, es un hombre guapo y delgado, el color de su cabello negro azabache, nariz pequeña y su boca... exquisita, el labio inferior carnoso y de un rojo intenso. Mando callar a mi subconsciente, no seré hipócrita, siempre eh queri...