Capítulo 13.

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Estar en la cabaña de los primos de Clar es agradable, dos pisos, amueblada y a un lado de mí, acostado en el enorme colchón, Jarec, cuidando de mi terrible agonía.

- ¡La cabeza me va a reventar! – dando vueltas por todo el cuarto.

Lejos se escucha el alboroto de la fiesta, es genial.

- Tienes más de una hora quejándote. ¿por qué mejor no te das una ducha?

- Vomite mi playera, no tengo más ropa. – digo tras quitarme los lentes para tallarme los ojos. – esto es un caos, pero la fiesta es genial, ¿no crees?

- - ¿Cómo sigue tu pie?

- Mejor, me puse pomada.

Mi móvil empieza por sonar, saco de mi bolso el celular y tiro lejos mi playera vomitada. Es mamá.

- ¡Feliz cumpleaños, querido! – mamá en ocasiones puede ser tan espontanea, tiene música de las mañanitas de fondo.

Empieza por tararearla desde el otro lado de la línea.

- Gracias má, ¿cómo les fue en su viaje con mis tíos? o sabrá dios qué hicieron para allá. – digo con la voz molesta.

- Deberías de estar festejándote, ¿no estás con la chica blanca?

- Se llama Riley y es mi mejor amiga.

- Como sea. Traje un regalo para ti. Ah, mañana tienes que abrir el negocio.

- ¿Qué? – volteo a ver a Jarec.

Él tiene una expresión de duda, creo que escuchó o entendió mi enojo, pues me dice en un susurro:

- Dile que es tu cumpleaños, no puede hacerte esto.

Digo un "gracias", moviendo mis labios.

- Olvídalo, es mi cumpleaños y estoy de fiesta con mis amigos. – la seguridad de mi voz es firme, mamá tarda unos segundos en contestar.

- Oh... está bien, diviértete. – parece que se acerca la bocina a la boca – ya me haré cargo yo hijo, ya ves como es papá, te quiero. – dice en un susurro.

Abro el closet, empiezo por revolver las ropas y me encuentro con un atuendo maravilloso, camisa lisa azul turquesa, y un jeans negro. Mientras me desvisto en el baño, empiezo por recorrer el lugar y analizar la situación, Jarec esta fuera, y mis ropas junto con la interior frente al sillón de la cama. ¡En donde esta él!

"Toma una buena dosis de tranquilizante, no debes de ser tan superficial. Además, tu eres un flacucho sin chiste". Sonrío, mi subconsciente siempre tiene la razón. Por más que lo niegue que no quiero nada con él, es mentira; pero también no es bueno hacerme ilusiones en cuanto al tema de que yo le guste.

Me envuelvo en la toalla que hay en el baño y abro el grifo, el agua esta helada. Tomo un cepillo de dientes nuevo y me enjuago la boca, dejándola limpia y fresca.

Saliendo del baño, volteo a ver hacia el lugar en donde esta Jarec y miro en su espalda baja con más detenimiento el tatuaje, son letras arabes.

Frunzo el ceño.

Miro su trasero y es voluminoso... hermoso.

Me tumbo a un lado de él, sobresaltado se voltea y sonríe, me acerco a su boca y empiezo por besarlo, con el único atuendo a mi cintura; la toalla.

Besar sus labios es tan reconfortante que hace perderme en un abismo en blanco, sólo él, yo y nuestros cuerpo hablando. No sé qué me sucede, es un atrevimiento muy inusual en mí. Pero no me importa, mi cabeza ni yo podemos hacer mucho, me estoy dejando llevar por el momento, y es esto lo que en verdad deseo.

Su boca succiona mi labio inferior, aprisionándolo contra sus dientes, suelto un jadeo, me toma de la cintura y se pone encima, con sus codos a los costados de mi cara. Su brazo derecho lo pasa por debajo de mi cuello, levantando mi rostro, nuestras bocas se presionan más, creciendo la intensidad del beso.

La toalla se me va a salir, antes de que resbale, la tomo entre mis manos y poco a poco, siento como en mi pierna izquierda va creciendo algo.

- ¡Espera! – me retiro velozmente de su cuerpo. – no hagas eso.

- Que no haga ¿qué? – pregunta con la voz entrecortada.

- Tu... tu pene, en mi pierna. – digo en la esquina de la cama, mirándolo directamente.

- Zac, eso pasa cuando dos personas se besan, pero sobre todo cuando se gustan.

Quiero levantarme de ahí y vestirme, pero es cierto lo que dice, también cuento con una enorme erección, y no quiero que vea.

La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora