Capítulo 9.

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Mientras espero a que se hagan las 21:30 horas, me pongo a leer el libro que saque del instituto "Buscando a Alaska de Jonh Green" es sensacional.

Digo, Alaska es una chica con la cual no puedo entender porqué es así. Todavía me faltan unos capítulos para terminar la novela. En este momento se acerca Lee, lo encuentro un poco desesperado, bajo junto con él y me indica la puerta del patio, la abro y sale corriendo, necesitaba saciar sus necesidades.

- Eres un buen chico. – lo acaricio y sus pequeñas orejas las pone en alto, para cualquier indicio de sonido.

Lee tenía razón, algo se aproximaba, mi corazón empieza por acelerarse y escucho como alguien toca el timbre.

Ahora tengo el corazón en la garganta.

Abro la puerta y me encuentro en todo su esplendor a Jarec. Con una chaqueta de piel negra.

- No deberías de comprar chaquetas de piel, yo soy un amante de los animales.

- Descuida, es imitación. – siento como me miente.

- Es la única que tienes, ¿cierto?

- Yep.

Decir esa palabra, tan corta pero sumamente despreocupado e infantil, hace que me le quiera echar a sus brazos.

- Bien, ¿a dónde iremos?

- No comas ansias, sube. Ya verás a qué lugar te llevaré. – da media vuelta para subirse a la moto y me quedo mirando sus nalgas.

Son redonditas y...

¡Ya sube!

- ¿Me dirás tu edad? – pregunto después de acomodarme el casco y las gafas.

- Veintinueve.

- ¿Y qué haces perdiendo el tiempo con un chiquillo como yo?

Escucho como su garganta hace un sonido parecido a un gruñido.

- Me agradas. Y, basta de preguntas bobas. – enciende su moto y acelera.

De nuevo me toma por sorpresa y tengo que aferrarme fuertemente a su abrigo. Ya cuando tengo el equilibrio lo suelto y entrelazo mis dedos a sus presillas del pantalón.

Llegamos a un lugar maravilloso. Es un espacio agradable, con un aroma fresco, a lo largo hay un camino de piedras, y en donde termina el tramo, una hermosa laguna muy clara con una pequeña cascada.

- Preparé la cena. – asoma a su brazo una canasta. – y traje vodka con jugo de arándanos.

- ¡Wow!

- ¿Sucede algo?

- Sí... digo, no... no es nada. – guardo silencio unos minutos -. Okeeey, es que, me parece un... ¿cómo podría decirse? Detalle, un detalle muy conmovedor.

- Sólo estas de sarcástico.

- No. – me aclaro la garganta. – en serio, no había hecho esto nunca, y...

Trago saliva con dificultad. Es penoso decir algo así.

Jarec me mira con expresión dura y seria.

- Nunca había tenido un amigo... hombre, quiero decir. Siempre me la he llevado mejor con mujeres, desde la secundaria. – ya esta, lo dije.

Él, sin ningún movimiento de su cara, se aproxima a mí y pone una mano sobre mi hombro, y dice: ahora cuentas con uno. Parece lejano, pero lo escuché, me perdí en la inmensidad tranquilidad que desprende de su ser, es un confort muy estable permanecer con él.

Así que no pude evitarlo y con movimientos rápidos, lo envolví en torno a un abrazo, las lágrimas quieren asomar a mis ojos, no lo permitiré. Jarec, en cambio, tarda un momento para entrelazar sus brazos fuertes a mi cuerpo delgado. Segundos después, siento como me aprieta con fuerza a su pecho y huele mi pelo, siento su respiración.

El corazón me bombea de tal magnitud, que casi me va a estallar. Respiro y puedo percibir su aroma, huele a menta con almendras.

Lentamente aflojo el abrazo.

- Lo siento, fue espontáneo. – meto mis manos a mis bolsos.

Pude vislumbrar como sus ojos centellearon.

- Traje panecillos, mantequilla, mermelada y nuggets. Entre otras cosas. – juntando sus palmas, da media vuelta, y empieza a sacar de la canasta las cosas ya mencionadas.

- ¿No quieres primero darte un chapuzón? – volteo hacia el agua.

No espero a que me responda, corro al agua, y a cada paso que doy, voy dejando mi ropa por el césped, quedando solamente en boxers. Me aviento y me sumerjo, dejando que el agua me empape el cuerpo, refrescándome.

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La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora