Capítulo 26.

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Al día siguiente salimos por unos tragos y diversión. Mañana será el gran día para Emily, su amigo Jarec tan guapo con su barba de una semana, como había quedado estará presente, entregando todo su apoyo y ayuda a su amiga.

Llegamos a un hotel, para disfrutar de la noche en esta ciudad, llena de excesos y gente que sólo quiere divertirse. Son las tres de la madrugada cuando nos dirigimos a un cuarto, estamos en un pasillo totalmente desierto, acompañado por suaves luces a lo largo de la construcción.

- Quiero que me cojas, aquí, en el pasillo.

- Pe... pero, nos pueden ver.

- Shh. – pone su dedo entre mis labios. Luego su mano baja hasta mi entrepierna, que ya esta dura y lista.

Me agarra de la nuca y me besa con detenimiento y sencillez, con su lengua pidiendo paso para entrar, investigando cada rincón de mí. Le correspondo frotando mi mano con su fuerte erección, dura como el metal.

Desabrocha mis pantalones, dejándolo caer al suelo, quito mis zapatos para sacar entero mis piernas y quedar desnudo de cintura, para abajo. Repito el mismo procedimiento con él. Me pone de rodillas y meto su proveniente verga a mi boca.

- Pequeño, quiero sentirte dentro. Que te corras dentro de mí, saber que me deseas, así como yo lo hago contigo. – dice entre jadeos, en ningún momento le deje de hacer el sexo oral. – Quiero pasar la jodida noche contigo, en mis brazos.

Siento como aumenta el vaivén de sus caderas a mi boca, estrangulándome con sus embestidas. Me alza de las axilas a su boca, saboreando su líquido transparente.

Después se voltea y escucho como rasga un envoltorio gris, lo acomoda en mi pene, bajándolo con cuidado, hasta mis huevos. Inclina su cuerpo un poco a mí, su culo pegando en mi pito. Yendo y viniendo, para luego toparse de nuevo.

Lentamente empiezo a sumergirme dentro de él, es tan... apreté sus nalgas, haciendo que arqueara la espalda y dilatando su ano. Lo estaba llenando, hasta que nuestros cuerpos finalmente se fundieron en uno. Mi verga estaba sintiendo lo mejor en mucho tiempo, era tan cálido, protector... envolví mis brazos entorno a su tórax.

Reclamándolo. Me acerco a su oído y susurro.

- Me haces perder el control...

- Continua, no pares... aah – sus gemidos aumentaron mi excitación.

Embistiéndolo una y otra vez, besándolo, acariciando su espalda, apretando sus firmes nalgas, acariciando sus huevos. Me sentí realmente su dueño, poseyéndolo de aquella manera.

- Más... - pidió.

- Si continuo así, me voy a correr. – dije entre lamentos.

- Noo. – con un susurro apenas audible, sentí como tomo el control en los movimientos.

Disminuyó, sintiendo como chocaban lentamente mis huevos en sus muslos. Era tan íntimo que no habría podido apartar la mirada aunque hubiese podido.

Observe sus puños en la pared, lo estaba disfrutando y yo con él. Lo obligué a que me mirara, dándole un beso, permitiéndome saciarme de lo que sea que estuviéramos haciendo. "Él ya aceptó que te quiere." Por ahora no puedo hacerle caso a mi subconsciente.

- Toma mi verga en tus manos. – dijo, mientras yo aumentaba la penetración.

Lo masturbé, y llegamos a ese punto en donde el placer te recorre tu cuerpo, abrasador. Soltando palabras, y rugidos de estremecimiento mutuo. Volví a dar una última estocada, llenándolo por completo, pegando mis caderas a sus nalgas, y lo movimientos finales, fueron más dulces y lentos, apoyando mi cara en su espalda empapada por el olor del sexo reciente y sudor. Llegando al máximo clímax. Arrasando con todo; vaciándonos al mismo tiempo, con una acalorada ola de sexo salvaje.


La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora