¿Cómo no se lo voy a contar cuando me pone esa cara?
Tenía que decirle porque mi actitud arrogante y nefasta frente a mis fiestas de cumpleaños. Es algo que me incomoda mucho, un suceso que va a permanecer siempre en casa, torturándome en mí ser.
- ¿Me lo vas a contar?
- No me presiones. – contesté burlón para restar importancia.
- Vamos, dijiste que ya estabas listo. – dijo con esa tranquilidad en su voz que comenzaba por molestarme. – Puedes confiar sinceramente en mí, pequeño.
Ya estábamos de regreso, paseando en su coche por la ciudad, mirando a través de la ventana, las luces y edificios que se mostraban impotentes frente a mi reflejo. Las gotas de lluvia se estrellaban contra el parabrisas, alejándose por culpa de viento asfixiador que soplaba.
- Mamá se fue un día antes de mi cumpleaños con su familia que no quería a mi padre en lo absoluto, cuando iba a cumplir ocho años - mi voz era apenas audible -, mis padres se juntaron cuando eran muy jóvenes, yo vine tiempo después de que se juntaran, no planeaban un hijo... otra cosa es que mis padres no están casados.
"Cuando ella se fue, cancelamos las invitaciones... mis posteriores festejos de cumpleaños de ahí empezó mi odio. Dos años más tarde, mamá volvió arrepentida mientras limpiábamos el bar, ¡un día antes de mi onceavo cumpleaños! con la ropa hecha jirones y los ojos hundidos en llanto, nos enteramos que su hermano mayor la trataba como una cenicienta, es su único hermano y no se llevan bien, metimos demanda. Muchos problemas políticos, etcétera.
Mis manos y todo mi cuerpo se ponía tenso, me da tanta rabia recordar aquello, pero era necesario contarle el por qué de mi actitud tan torpe de aquel día a mi celebración.
- Yo estaba hecho un lío, todo me molestaba, de cualquier cosa explotaba. Cuando entré a la secundaria, había un chico que me molestaba; Riley estaba organizando una fiesta sorpresa para mí, ese chico se molestó mucho con ella por no invitarlo y le jalo el pelo, eso me encendió y lo golpeé tanto que quedó inconsciente y me expulsaron de la escuela; eso no quiere decir que salí sin ningún rasguño, mi compañero también me había atestado unos buenos golpes. – mire sus ojos, él entendió mi temblor en la voz, y me abrazó por encima del asiento y lo que nos separaba en el auto.
- Espera, deja quitarme el cinturón de seguridad. – lo que dijo, hizo que me pusiera a reír.
Jarec también rió.
No me había dado cuenta, pero aparcó el coche fuera del parque al que ya habíamos visitado, miré por arriba de sus hombros y recordé como fue nuestro primer beso.
- Papá empezó a beber mucho después de que mamá regresara, y mamá tirada en la cama sin mover un maldito musculo de su cuerpo, me hicieron mucho daño; no sólo eran ellos los preocupados y jodidos, también me estaban llevando entre los pies. Recuerdo que cuando cumplí dieciséis, Riley llegó a la casa para festejar mi cumpleaños, era la única que recordaba, mamá la corrió como si de un perro se tratase, ese día también peleamos, todo el tiempo peleábamos.
"Jamás les ocasione problemas, tiempo después de que le rompí la nariz y deformé la cara a aquel chico. Me convertí en un buen hijo, ayudo en todo y los quiero.
Mi voz empezaba a quebrarse, pero pasé saliva, creando un escudo protector frente a mí. Jarec no dijo nada, sabe que no es necesario, simplemente quería a alguien que me escuchara y me abrazara. Me abrazó, y me besó con ferviente pasión. Cerré mis ojos para evitar un derramador líquido de ellos.
- Me gusta cuando sonríes, y después de este glorioso beso, has sonreído con los ojos bien chinitos y la sonrisa bien grande. – toquetea mi nariz y después me besa la frente, desacomodando de mi rostro aquellos abultados anteojos.
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La fuerza del amor
Teen FictionLo observo detenidamente, es un hombre guapo y delgado, el color de su cabello negro azabache, nariz pequeña y su boca... exquisita, el labio inferior carnoso y de un rojo intenso. Mando callar a mi subconsciente, no seré hipócrita, siempre eh queri...