Capítulo 27.

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Tomamos nuestros lugares en el salón de gala, en donde por fin empezará la pasarela. Pero noto algo impaciente a Jarec. Algo le pasa.

- ¿Tienes algo?

- Después te contaré. – me contesta sin apartar la vista de enfrente.

Me froto los ojos, sin lentes a veces me es cansado. Lo miro incrédulo. Y me molesta tanto que me diga que después me va a decir lo que le sucede. Puede decirme cualquier cosa en este momento. ¿Qué no nos hemos demostrado tenernos confianza? Me frustra.

Prefiero ir a por algo de beber, y en la mesa de postres, alcanzo a agarrar unas frituras, metiéndomelas a la boca. Doy un sorbo a mi ponche y me dirijo a mi lugar. Un cuerpo fuerte obstruye mi entrada. Toco su hombro.

- ¿Me da permiso?

Voltea, y recuerdo la cara inexpresiva y malhumorada de este hombre. Es el señor que se nos quedó mirando la primera noche.

- ¿En dónde está Jarec? – su voz rasposa martillea mis oídos.

- ¿Eres su amigo? – contesto desafiante. Me da muy mala espina.

- Sí. Ahora por favor, necesito hablar con él, la últ...

Su oración queda suspendida en el aire. Jarec se pone a un lado de mí. Imponente y en guardia a cualquier indicio de ataque.

- Vete de aquí.

- No. Yo necesito aclarar todo contigo.

- Ya pasaron más de tres años, lárgate y no molestes.

- ¿El es tu novio? – Su pregunta fue como un balde de agua fría. Escupió las palabras como si de vomito verbal se tratase.

- Sí, sí lo soy. Ahora ya lo escuchaste, vete. – fingí una sonrisa de los nervios, el hombre que teníamos delante era más fuerte y su mirada era muy intimidante.

- Tú chico tiene agallas. – apuntó con ironía.

Apreté mis puños, preparado para pegarle a su rostro, Jarec uno a uno, afloja mis dedos, mis nudillos están blancos y me toma de las solapas del saco para sacarme de ahí.

- ¿¡Vas a decirme qué es lo que pasa!? – estoy confundido.

- Puedes esperar, ahora disfrutemos de la pasarela.

Suelto un bufido de exasperación, y con calma tomo lugar con los brazos cruzados. Para cuando el show termina el hombre de hace un rato nos espera en la entrada, con la mirada turbada de desesperación. Quiero vomitar, la cabeza me duele.

Veo como Jarec lo sigue y me quedo atónito. Creo escucharlo decirme que lo espere en la entrada. Me acerco por el pasillo que acaban de pasar y me escondo detrás de una pilastra. Agudizo mis sentidos para escuchar la conversación.

- ¿Puedes perdonarme? Yo te quiero, te necesito conmigo, sin ti no es lo mismo... la casa, las conversaciones tan largas que teníamos. – alcancé a vislumbrar como el hombre cuarentón acorralaba en la pared a Jarec, con los brazos estirados a los costados de su cabeza.

Jarec trata de zafársele, pero sus intentos son en vano, el otro es más rápido. Jarec mueve la cabeza negativamente y se pasa ambas manos por el pelo. Rechazándolo.

- Desde hace tiempo que te he perdonado, pero por favor. Déjame en paz, estoy con alguien a quien quiero de verdad, incluso más que a ti. – su voz se escucha desesperada, golpea el brazo de aquel hombre.

Y, éste, en un movimiento veloz, lo toma entre sus manos y comienza por besar su rostro, deteniéndose frente a él con los ojos inyectados en sangre, presionando sus labios sobre los de Jarec.

El alma, y el corazón se me fueron más debajo de mis pies.

Necesito un abrazo, o un balazo, no sé.


La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora