Carta 3 - ¿Con menos puedes ser feliz?

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09 de Enero, 1914

Sin Destino

Me siento muy avergonzado. Tuve mis lecciones de arte ayer y debo decir que mis hermanas pequeñas dibujan mejor que yo. No puedo ni hacer una mano bien. Pude ver la sonrisa burlona de Zayn, que me observaba desde el marco de la puerta, mientras el maestro de artes de algún colegio prestigiado se mordía la lengua de rabia al ver que no había esperanzas de un talento artístico en mí.

— Amo William, con todo respeto...amm...Esto no es lo suyo.
— Insinúa qué soy un bueno para nada ¿No es así? — la expresión de su rostro al notar mi tono de voz autoritario es algo que jamás olvidaré. Creo que mi sentido del humor es algo cruel con respecto a estos catedráticos con aires de grandeza —.

— No, no no. Quiero decir que el arte no es algo que pueda hacer...
— ¿Ahora usted me va decir qué puedo y no puedo hacer? ¿Se atreve a decirle eso al príncipe de Cambridge? ¡Que descaro!
— No, disculpe alteza...yo...
- ¡Nada de "alteza"! Ahora váyase de aquí si no quiere que llamé a los guardias.

Me levante "ofendido" del escritorio mientras Zayn cubría su risa con su mano. Solo admiraba la actitud arrogante y burlona que estaba tomando con el señor Harrison, quien se fue apenado con su maletín abrazado a él. Tenía razón el dibujo no era lo mío, ni algo para lo que hubiera nacido pero, debía poner en su lugar a ese anciano que se siente todo un ilustre sabelotodo del arte.

Alguien que si era bueno para el arte era Zayn. Siempre lo veía dibujando sentado en el jardín. Lo que sea que viera o incluso cosas que solo imaginaba en su mente y los plasmaba en papel. Su fuerte eran las plantas y flores, tengo un boceto de una de sus flores, más bien una rosa con una daga dentro de ella. Sin duda es de mis dibujos favoritos y que amablemente me obsequió y mandé a que lo colocarán en un cuadro.

Cada que el señor Harrison viene al castillo a dar sus clases, Zayn es el primero en estar en el gran salón cuando es hora de mi lección. De vez en cuando, lo veo tomar notas o escuchar atento a los consejos que me dan sobre sombreado y trazos (cosa que nunca he entendido pero para mi noble amigo es cosa de niños).

— ¿Sé te ofrece algo más antes de la partida de criquet de la tarde, Louis?

Él siempre tan servicial pero, conmigo debía ser fraternal. Tomamos juntos un poco de té verde y me explicó de una manera más comprensible las lecciones del libro que el señor Harrison me había dado para trabajar esa tarde.

Zayn era talentoso, joven con visión y actitud, algo de lo que yo carecía. De todas las personas que he conocido a lo largo de mi vida, él ha sido el mejor de todos, es feliz con lo que tiene aunque sea poco, nunca pide más. A pesar de su cuaderno viejo y deshojado, el pequeño trozo de lápiz que ya casi llegaba al metal, nunca perdía la pasión por el dibujo y el arte.

— Lo gané por mí mismo y eso me hace sentir como si fuera un millonario duque de Cambridge.

Eran las palabras que siempre decía mientras imitaba las poses y ademanes que yo estaba obligado a hacer frente a las personas del parlamento real.

Siempre tan feliz, tan atento. Fue en ese momento, que me di cuenta que así como logré que lo dejaran almorzar conmigo, debía hacer que él igual tomará las lecciones. Por supuesto, lo logré pero con la excepción de que solo estaría de oyente. 

Camine unos cuantos metros hacia su cabaña a las afueras del castillo para darle la noticia. Su rostro, la sonrisa y el brillo en sus ojos cuando me vio entregándole todos los materiales esenciales para las lecciones de arte fue algo que me hizo sentir tan especial. Me abrazó y me dijo unos mil "gracias"; hay gente como Zayn allá fuera y me gustaría ayudar a cada una.

Con un gracias y un rostro feliz como el de mi amigo, me daba por bien pagado.

Esa misma tarde, tuvimos un partido de criquet con unos duques. Aunque eso era más para los hombres viejos. Mis hermanas corrían y jugaban con otras "princesas" (hijas de la gente importante que llegaba al castillo). Para ellas no había status social, y eso me hacía sentir bien.

En otra mesa mi madre estaba tomando el té con otras señoras refinadas. Una de ellas no era de mi agrado y es era la señora Jungwirth ("duquesa, por favor." Argh odio el tono en el que lo dice)
Tenía una envidia muy notable hacia mi madre y una fascinación por mi padre. Al parecer su hija Briana heredó esa emoción, siempre tratando de conversar conmigo o encimarse. Era buena niña cuando la conocí tenía como 6 años y yo tenía 8, todo era bello hasta que se dio cuenta de quién era mi familia y quien sería yo dentro de muchos años.  Es irritante, como un resfriado en verano y una voz tan chillona, tan caprichosa que preferirías oír a un gato herido maullando.

A pesar de la distancia entre la mesa de los hombres y en la que ella estaba, no dejaba de mirarme y guiñarme el ojo. Podría jurar que me estaba desnudando en su mente. La miraba con desprecio y le iba decir unas cuantas cosas, hasta que uno de los duques dijo algo que llamó mi atención.

Cada vez falta menos para la fiesta de primavera ¿Será aquí en tu palacio verdad, Thomas?

La expresión de alegría y superioridad de mi padre era la que todo rey engreído tomaba ante la atención de sus súbditos. La fiesta de primavera era el claro ejemplo de una celebración, donde el anfitrión era el centro de atención y ese sería Thomas Frederic Tomlinson II.
Llegaría toda la realeza de Europa para fraternizar y adquirir más tratados entre ellos, todo era por dinero, política y poder.

Eran tan diferentes a lo que veía en Liam y Zayn. Estas personas tienen todo en su vida pero, son infelices, según ellos. Y mis amigos tienen poco y juran que no les falta nada. En mis años de mi vida, jamás he visto a ninguna de estas personas sonreír o emocionarse al recibir algo como lo vi con Zayn hoy o como vi a Liam cuando le dieron su placa como miembro honorario del parlamento.

Tal vez esté equivocado, tal vez esa gente si sea infeliz, aunque para ser sincero, parece algo que pueden fingir con facilidad. No comprendo estas personas, es decir, yo no soy plenamente feliz pero, estoy a gusto con mis pertenencias. Me gustaría algo que fuera mío y que sepa que lo gané por mi cuenta. Claramente, mi padre no estaba de acuerdo con ese tipo de ideas.

— Las invitaciones se enviarán la próxima semana caballeros. Y déjenme decirles que por supuesto ustedes son los primeros en la lista.

Sir Thomas y su hipocresía
Las Jungwirth y su interés
Los duques con su falsedad
Las ladies con su envidia
Y luego estaba yo, con mi desprecio a cada uno de ellos.

L.W. Tomlinson

The Royal letters || L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora