Capítulo 7.-Teléfono desconocido.

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Gracias a Dios hice copias de las fotografías. La que dejé en la biblioteca, es una de las que quería presentar en la academia.

Era domingo y no me apetecía levantarme. Esparcidas por la cama tenía las fotos y el libro de poemas. Creo que estaba obsesionándome un poco con ese chico, pero me resultaba tan emocionante todo lo que estaba pasando...

Me sonó el móvil. ¡Oh no! lo tengo en el bolso, no me apetece levantarme, además si es Eric no quiero hablar con él. ¡Un momento! ¿y si es "ojos azules"? ¡si ha encontrado la foto tendrá mi número! me levanté como un cohete. ¡Me había puesto super nerviosa! Tenía el bolso sobre la silla y lo tiré al suelo con los nervios. El móvil cayó bajo la cama. ¡Claire por favor, no das una, ni que estuvieras borracha! Los nervios me gastaron una mala pasada.

El móvil había dejado de sonar. Me tumbe boca abajo en el suelo y estiré el brazo para cogerlo. Volví a saltar sobre la cama y me aparté los pelos de loca de la cara. Encendí el móvil. ¿Quién era? Mi novio no y Alice tampoco. No conozco el número...no...no sé quien es.

Era un fijo. ¿Quién sería? ¿es posible que fuera él? ¿le doy a rellamada? ¡Dios! ¿qué hago? Tranquilízate Claire. Voy a esperarme. Seguramente volverá a llamar. Sí eso haré. Esperaré a que vuelva a llamar.

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-Tú no eres quién para decirme lo que tengo que hacer.-le había dicho a Eric la noche anterior.

-¿Cómo que no? soy tu novio y has de respetarme.-dijo.

-Eric por favor, no hablemos de respeto. Si tú me respetaras, no me harías las cosas que me haces.-le reproché.

-Osita, si esas cosas que te he hecho, ya me las has perdonado, no está bien que me las eches en cara.

-Tampoco está bien que me "prohibas" ir a un concierto, al que me hace tanta ilusión ir. Me robas los sueños.-dije.

-A veces hay que sacrificarse para hacer feliz a tu pareja.-sus palabras me parecían tan egoístas...

-¿Y qué sacrificas tú por mí?-le pregunté.

-Pues todo osita, yo lo sacrifico todo por tí.

-¿Qué sacrificas Eric? ¿qué es todo?-se tensó de nuevo.

-¡Bueno ya está bien! ¡estás intentando confundirme! ¡no vas a ir y no hay más que hablar!-había subido el tono de voz.

-¿Y qué pasa si voy? ¿me vas a matar?-pregunté desafiante.

-No tientes a tu suerte osita.

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Central Park me estaba esperando. Los domingos me gustaba ir a correr o a caminar por allí. Era el pulmón de Manhattan, donde podías pasar un rato tranquilo y respirar un aire más limpio que el de las calles de la ciudad.

No sé si Alice vendría. Me avisaba antes para que la esperara en la entrada, pero hoy no me había dicho nada. Cogí el móvil para llamarla y entonces volví a pensar en el teléfono desconocido que me había llamado antes. Dudé. Dejé el teléfono sobre la cama. Me senté sobre ella para ponerme las deportivas. Mientras me las ataba miraba el móvil indecisa. Me hice el lazo con los cordones como mi abuela me enseñó. Siempre que lo hacía pensaba en ella y la recordaba con nostalgia.

Sonó mi teléfono.

Sin mirar siquiera quién era, descolgué rapidamente como si me fuera la vida en ello.

-¡Diga!-respondí nerviosa sin saber con quien iba a encontrarme.

-¡Así me gusta! ¡mostrando entusiasmo!-era Alice.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora