Capítulo 32.-La huída.

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Bostecé desperezándome tras una noche de sueño profundo y reparador. Toqué la sábana a mi lado y todavía estaba caliente, gracias al cuerpo de Prince que había dormido junto a mí. Eso significaba que no hacía mucho tiempo que se había levantado. Por la ventana entraba la luz del alba y fue entonces cuando le vi, sentado en su escritorio, escribiendo alumbrado por una vela. La luz de la llama se mezclaba con la claridad del día que empezaba a despuntar, y reflejaban en el rostro de Prince un brillo mágico para mis ojos. Verle escribir pensativo, ajeno a mi mirada furtiva, me producía un placer indescriptible. Era mi chico. Mi chico escritor, mi chico poeta...el chico que inventaba palabras de amor para dedicármelas al escribirlas en una hoja de papel. Hojas escritas que un día me dejaría leer y enamorarían mi alma. Estaba tan desgarradoramente atractivo en aquella pose de intelectual escritor... Me sentía como una espía invadiendo su espacio privado, como una ladrona de momentos íntimos, donde cada uno conecta con su propia soledad.

Decidí levantarme con sigilo para sorprenderle. Andé de puntillas a sus espaldas, contemplando su piel desnuda, ya que se había quitado la camiseta. Le tapé los ojos con mis manos, deseando su contacto y esperando su reacción.

-Quién soy...-susurré en su oído.

Él cogió mis manos con las suyas. Las quitó de sus ojos para bajarlas hasta su boca y besarlas. Las besaba y las acariciaba.

-Eres la mujer que me ha enamorado...

Me dió un vuelco el corazón. La escritura debía haberle inspirado. No esperaba esas palabras tan intensas..."enamorado". No nos habíamos dicho ese tipo de palabras todavía, no habíamos hablado de amor ni nos habíamos dicho un "te quiero", aunque estaba claro que lo que sentíamos el uno por el otro era muy fuerte. ¿Podía surgir el amor con la rapidez de una ráfaga de viento...?

Deslicé mis manos por sus hombros, haciéndo que resbalaran hasta su pecho. Prince suspiró y gimió. La sensibilidad de su piel desnuda le hizo estremecer. Hizo un movimiento con la silla y se giró hacia mí. Seguía sentado y me miraba con deseo. Me cogió por la cintura y apoyó su cabeza contra mi vientre, como si estuviera conteniendo un impulso irrefrenable. Creo que quería controlarse, le asustaba extralimitarse conmigo. Le acaricié el pelo hundiendo mis dedos en él hasta acariciarle el cuero cabelludo. Alzó la cabeza y me miró desesperado. Una lágrima rodaba por su mejilla volviéndome a mostrar su extrema sensibilidad.

-Prince...-dije conmovida.

-Dios...te deseo tanto...-lo dijo como si yo fuera una fruta prohibida.

Me rasgó el corazón. No podía verle llorar de ese modo y ver cómo se sentía culpable o temeroso por desearme. Yo también le deseaba. Abrí las piernas y me senté sobre él en la silla. Me miró sorprendido y pareció querer resistirse, pero mis brazos y mis piernas le atrapaban. Me acerqué a su boca sin tocarla. Su aliento me gritaba que le besara, gimió desesperado y estiró el cuello para lograr el contacto con mis labios. Su lengua buscaba ansiosa la mía, gimiendo de nuevo al encontrarla. Sus manos se perdieron bajo mi camiseta acariciando cada centímetro de mi espalda. Noté cómo el calor se centraba en un punto especial de nuestros cuerpos, era una sensación que nunca antes había sentido y creo que Prince tampoco porque se asustó.

-Lluvia no...-seguía luchando contra él mismo.

Tapé su boca con mis labios y no le dejé seguir hablando. Gemí mientras le besaba e íba encendiéndose la pasión entre los dos. No podíamos evitar revolvernos inquietos en la silla, por las sensaciones que se despertaban en nuestros cuerpos. Quise ir un poco más allá...en un rápido movimiento crucé mis brazos en mi cintura y cogiéndo la camiseta la levanté hasta sacármela por la cabeza. Mi desnudez provocó un temblor en Prince, haciéndole soltar otra lágrima... Le abracé fuerte sintiendo su pecho contra el mío, su piel contra mi piel. Él parecía desconcertado y había dejado caer sus manos, dejando de acariciarme sin atreverse a tocarme. Dejé de abrazarle y me separé un poco para que pudiera observar mi pecho desnudo. Se sonrojó y no se atrevió a mirarme.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora