Capítulo 20.-Descubriendo secretos.

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-Ah Claire estas aquí...te estaba buscando.-dijo Warren apareciendo por el pasillo del hospital.

Yo estaba petrificada ante la puerta de la sala de extracciones de sangre. La señora Collins estaba allí dentro y quería esperarla para volver a hablar con ella. Era la única que sabía algo de Prince, y quería que me ayudara a encontrarle. Pero lo que me había dicho no me había aclarado nada. ¡Que Prince era un espíritu! Por Dios...tenía que volver a insistir con mi interrogatorio. Igual si le volvía a preguntar, se le aclaraba la mente y me daba una respuesta más coherente.

-Hola Warren ¿todo bien?-pregunté sin perder de vista la puerta que estaba frente a mí.

-Ajá, todo arreglado. Ahora debemos darnos prisa. La doctora Redfield de urgencias, me ha dicho que tiene un hueco ahora para verte la herida, así que vamos.-dijo cogiéndome del brazo.

De un leve tirón me solté.

-No...espera Warren, va a salir ahora la señora Collins y tengo que hablar con ella.-dije señalando hacia la puerta.

-¿Quién es la señora Collins?-preguntó extrañado.

-Es una larga historia. No puedo irme sin hablar con ella.

Me crucé de brazos con intención de no moverme de allí. Warren se dió cuenta que íba a ser imposible convencerme.

-¡Dios! qué terca eres...-dijo entrando él mismo a la sala de extracciones a buscarla.

Yo me quedé fuera por supuesto. Él era médico y podía entrar, le conocían en el hospital. Me puse un poco tensa y esperé imaginándome a la señora Collins salir del brazo de Warren. Pero no fue así. Salió solo.

-Se ha desmayado.-dijo.

-¿Cómo?-pregunté.

-Que se ha desmayado Claire. Ha visto la aguja y la sangre y ha caído redonda. Están ahora con ella. No vas a poder hablar con la señora Collins, así que vamos.-dijo volviéndome a coger del brazo.

-Pero...

-Claire, la doctora Redfield nos espera, vamos.-dijo tirando de mí.

Bajamos a urgencias por el ascensor que utilizaba el personal médico. Varias enfermeras con sus batas blancas desabrochadas charlaban animadamente. Enseñaban sus generosos escotes, y el maquillaje exagerado de sus rostros, las hacía perfectas ante mi Dios Griego. Menos mal que la vista de Warren no llegaba tan lejos.

-¡Adelante!-dijo una voz femenina cuando llamamos a la puerta.

La doctora Redfield, una mujer madura de aspecto serio, se lavaba las manos en lo que parecía ser una sala de curas.

-Aquí tienes a mi paciente.-dijo Warren.

-Muy bien, acércate que veamos esa herida.

Me hizo sentarme en una camilla, y dejó a mi lado una bandeja metálica con lo que necesitaba.

Al despegarme el esparadrapo, no pude evitar gemir. Warren había sido mucho más delicado conmigo, cuando me curó el día anterior.

-Mmmmm...vaya herida...¿cómo te la has hecho?-preguntó mientras mojaba unas gasas de un negruzco desinfectante.

-Me atacaron.-dije sin dar más explicaciones.

Miré a Warren. Permanecía de brazos cruzados observando como me curaba la doctora. Nuestras miradas se encontraron por un momento, pero luego bajó la vista.

-Esto solo puede habértelo hecho un hijo de puta.-dijo la doctora al terminar su cura.

-Ha dado usted en el clavo doctora.-dije levantándome de la camilla.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora