Capítulo 30.-La Tribu.

45 7 2
                                    

Entramos en la fábrica. La mezcla de olor a leña quemada y humedad distrajo mis sentidos. No sé qué era lo que esperaba encontrarme allí dentro, tampoco sé qué era lo que no esperaba encontrarme, solo sé lo que realmente vi.

Un pequeño perro de orejas tiesas con manchas blancas y negras en su cuerpo se acercó a nosotros moviendo la cola enérgicamente. Se dirigió directo hacia Prince y se apoyó en sus piernas levantando sus patas delanteras.

-¡Hey Churchill!-dijo Prince acariciándolo.-¿Me has echado de menos amigo?-el perro le contestó a su modo con dos sendos ladridos.

-¡Prince! ¡Prince! ¡Has vuelto!-siguiendo al perrito un niño y una niña aparecieron corriendo.

-¡Hola mis bebés!-dijo alzándolos a los dos en brazos.

La niña no tendría más de siete años. Dos largas trenzas rubias colgaban sobre sus hombros y diminutas pequitas adornaban su blanca piel. Vestía ropa gastada y grande en combinación con su delgado cuerpecito. Sus dos ojos negros brillaban llenos de lágrimas contenidas. Besaba y abrazaba a Prince con todas sus fuerzas.

-Estrella ¡me vas a ahogar!-dijo Prince riendo.

-¡No le aprietes tanto!-se quejó el niño que también se aferraba a Prince como podía.

-¡No lo hago!-se defendió ella.

-¡Sí lo haces!-volvió a quejarse el pequeño.

-Basta niños...¡tengo para las dos!-y empezó a hacerles cosquillas mientras ellos reían sin parar.

Yo contemplaba la escena embobada. Me resultaba entrañable ver a Prince tan cariñoso con aquellos pequeños. Era tan sensible y tan tierno... Cuando los niños se hubieron calmado y le soltaron se acercaron a mí. La niña se tocaba las trenzas juguetona mientras me observaba curiosa. En cambio el pequeño que apenas sería un año o dos menor que ella, me cogió el pantalón y acercó su nariz.

-Qué bien hueles-dijo olfateándome y mirándome con dos preciosos ojos color miel.

-Vaya...gracias-me hizo reir.

-¿Tú eres Lluvia?-me preguntó la niña.

-Eso parece-le contesté.

-Eres muy guapa-dijo regalándome una sonrisa y cogiéndome la mano.

-Gracias...-contesté.

-Y hueles muy bien-dijo el niño.

-¡Eso ya lo has dicho Rayo!-se quejó ella.

-¡Pues lo repito si me da la gana!

-¡Pues si lo repites eres un pesado!

Yo miraba a Prince sin saber qué hacer. A él parecía divertirle la situación porque me miraba sujetándose la barbilla con la mano, disfrutando del momento. La niña me estiraba de la mano y el niño del pantalón mientras discutían entre ellos. Yo miraba a Prince suplicante para que me salvara de aquellas fierecillas y al fin pareció reaccionar.

-¡Rayo, Estrella, ya es suficiente!-dijo mientras intentaba despegarlos de mí.

Los niños se calmaron al fin, pero se quedaron los dos cogidos de mi mano. A mi derecha estaba Estrella y a mi izquierda Rayo. No parecían querer separarse de mí. Prince se encogió de hombros y con las manos en los bolsillos suspiró encantado de verme así. Me pareció un gesto extremadamente atractivo y mis pensamientos me llevaron a imaginar lo que hubiera sucedido si Leo no hubiera lanzado la piedra contra el cristal.

-Vamos Lluvia, te enseñaremos la fábrica.-Dijo la pequeña tirando de mí.

Prince asintió para que me tranquilizara y me dejara acompañar, pero antes les dijo:

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora