Capítulo 33.-Conóceme.

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Caminaba por las calles sin rumbo. La ciudad despertaba a mi paso dándome los buenos días. Sentía una sensación inexplicable de soledad. Yo tenía una vida, creo que peligrosa, y se había borrado de mi mente. Y los pocos días de mi nueva vida me habían resultado agridulces. Ojalá pudiera recordar alguna calle, alguna tienda, algún letrero. No tenía dinero ni ningún sitio a dónde ir. Lo único que podía hacer era caminar, caminar y caminar. Y por supuesto llorar. Era imposible reprimir las lágrimas. Ellas mojaban mi rostro y la brisa mañanera me enfriaba la cara. Me cruzaba con gente que caminaba hacia un destino seguro, pero el mío era incierto. Madres con sus hijos, parejas cogidas de la mano, ejecutivos serios y elegantes, un sin fin de gente con una vida propia. Pero a mí me habían arrebatado la mía. Ya no tenía vida. Y la que creía haber encontrado había resultado ser una mentira. ¿Podía sentirme sola entre tanta gente? Sí podía. Era una soledad desgarradora que te hacía invisible hacia los demás.

Entonces un letrero luminoso llamó mi atención..."Policía". Crucé la calle y me paré en la puerta. Si entraba es posible que recuperara mi antigua vida. Podría ser peligroso recuperarla y la gente que intentó matarme podría acabar lo que empezaron y no consiguieron. Si no entraba quedaría perdida entre las calles para siempre, o podía volver a la fábrica. Quería morirme en ese mismo instante.

-¡Lluvia no!

Me giré y vi a Prince cruzando la calle temerosamente, esquivando los coches. Casi le atropellan. Me dió un vuelco el corazón. No esperaba que me encontrase. Se quedó a dos o tres metros de mí, como si no se atreviese a acercarse más. Había la misma distancia desde mi posición hasta él, que desde mi posición a la puerta de la policía. Estaba jadeante por el esfuerzo de correr en mi busca y levantaba sin aliento un brazo hacia mí, como para impedir que diera un paso al frente. No había marcha atrás. No quise mirar sus ojos azules para no cambiar de opinión. Sabía que podían embrujarme. Le ignoré y caminé hacia la puerta.

-¡Lluvia por favor no lo hagas!

Sus palabras suplicantes quedaron flotando en el aire, clavándoseme en la nuca como agujas punzantes. Entré en la comisaría cerrando la puerta tras de mí. Allí dentro esperaba que me lanzaran un chaleco salvavidas, pues estaba a punto de ahogarme, pero no fue eso lo que encontré.

Dos prostitutas se peleaban en una esquina, mientras que una mujer policía de raza negra y enormes dimensiones intentaba separarlas. Habían varias personas detenidas y algunos policías íban y venían arrastrando a gente esposada. El caos era monumental. Nadie se percató de mi presencia. Ningún policía se dirigió a mí para preguntarme qué quería. Creo que ni me vieron. Yo era un fantasma observándoles a todos desde una dimensión paralela. No creí que todos aquellos locos de atar pudieran ayudarme. Estaría más segura perdida entre las calles. Me asusté y me dí media vuelta.

Cuando salí de allí Prince seguía en la calle. Se había apoyado a una farola y se golpeaba la frente contra ella una y otra vez. Lloraba de rabia. Cuando me vió salir se quedó parado mirándome.

-Lluvia...¿Pero qué ha pasado? ¿Por qué te has ido?-me miraba descolocado sin entender.

-¿De verdad no lo sabes?-pregunté indignada.

-No...

¿Acaso se estaba haciendo el tonto? No soportaba que me tomaran el pelo de esa forma. Mi dolor había pasado a convertirse en indignación. Estaba muy enfadada, casi a punto de explotar. Si quería saber por qué me había ído se íba a enterar.

-Me has mentido.

-¿Yo? ¡No! ¿Por qué dices eso?-estaba nervioso y asustado.

-¿Quieres saberlo? Pues no me interrumpas-dije en tono firme.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora