Capítulo 34.-Bajo las estrellas.

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"Cuando aquel día encontré el libro en la biblioteca y vi las palabras de amor que de sus hojas salían, no dudé en poner mi granito de arena con las ideas que de mi mente y mi corazón salían. Escribía mensajes de amor con la esperanza de que algún día alguien lo leyera. Alguien con quien poder compartir muchas cosas. Alguien que me comprendiera y supiera apreciar a éste humilde corazón soñador. Cuando el libro desapareció me volví loco. Alguien había robado mis sentimientos y mi intimidad más profunda. Deseé con toda mi alma que apareciera, pero luego pensé que quizá alguien que necesitaba leerlo lo tenía. Alguien necesitaba saber que el amor existe, que es verdadero, que no es una invención del hombre. Le pedí a la vida que la persona que lo tuviera, fuese capaz de devolverme esas palabras con la misma intensidad que yo las había escrito. Que si había un amor esperándome ahí fuera, hubiese sido ella la persona que cogió el libro para leerlo y devolvérmelo. Y entonces la magia salpicó mi vida. Una oscura noche de lluvia trajo mi deseo. Del cielo cayó mi libro y con él...la mujer que esperaba. No creo en la casualidad ni en la suerte, solo en el destino de cada uno. Mi destino y su destino se juntaron entonces en un punto del espacio tiempo, donde sólo los ángeles son conscientes del celestial encuentro. Ella duerme. Sueña libre sin temor. Yo espero ver su corazón a través de sus ojos, en cuanto ella me los muestre. Lluvia es su nombre y sin haber hablado aún con ella, ya sé que es mi amada, porque me trae de vuelta las palabras de amor que un día yo escribí pensando en ella"

Dios...Prince era realmente un poeta. Un hombre de gran corazón, humilde, sensible y con ganas de amar y que le amasen. Había empezado a leer su manuscrito y no podía dejarlo. ¿De verdad pensó que la persona que leyese ese libro y se lo devolviera sería su amada? Es triste que yo ni siquiera recuerde haberlo leído.

"Nunca había visto una mujer desnuda. Mientras limpiaba su cuerpo y curaba sus heridas, me era imposible tener cualquier pensamiento impuro hacia ella. La belleza de su piel y de sus curvas, me hacían verla como un ser delicado y hermoso al que debía cuidar. Si en su interior guardaba la misma belleza que su cuerpo mostraba, ya tenía mi corazón en sus manos y no podría recuperarlo jamás porque sería suyo para siempre"

Dios...Prince. Me estaba abriendo su corazón y su alma. Me mostraba sus íntimos pensamientos, desnudando su esencia ante mí. No podía haber más pureza en aquellas palabras.

"Cuanta dicha el dia que abrió los ojos. La inocencia de su olvido la convertía en un ser frágil y delicado. Todos los cuidados eran pocos para aquella mujer que nacía a la vida de nuevo. Poco a poco fue deshaciéndose de la máscara hecha de violencia que cubría su rostro, para mostrarme sus deliciosas facciones. Era un deleite observarla y sentir como íba descubriéndose a sí misma y cómo íba descubriéndola yo"

Leía sin percatarme que la luz de la vela íba consumiéndose poco a poco. Sabía que los demás estaban cenando, así que no interrumpirían mi lectura. Era como estar a solas con Prince, como si me hablase y me susurrase todas aquellas palabras al oído, conociendo así sus secretos pensamientos. Hablaba de mí y de él, me estaba resultando fascinante.

"Noté que entre nosotros existía una mágica atracción. La fuerza del destino no me había decepcionado. Su boca de rojos labios me enloquecía, haciéndome sentir extraño en mi propio cuerpo, lleno de nuevas sensaciones. Yacíamos juntos, muy cerca el uno del otro. Era imposible no desearla. Su mirada me embrujaba y su sonrisa me decía que la amara. Quería besarla por primera vez. Mi primer beso, mi primer sentimiento, mi primer deseo... Sentí arder mi cuerpo entero de gozo, al acercarme a su boca. Dulces labios que relamen el placer de ser deseados. Dulces lenguas danzantes, que se juntan mojadas en pasión. Dulce aliento divino que resucita al hombre y la mujer dormidos. Dulce fusión que me encadena y me enamora"

Abracé el manuscrito contra mi pecho. Prince era un poeta. No sé dónde habría aprendido a escribir de ese modo, pero resultaba extremadamente excitante leerle. Sobre todo porque era sobre mí lo que escribía. Deseaba tener una cita con él, necesitaba saber más de su vida. Descubrir su secreta historia que hasta ahora no había tenido tiempo de descubrir. En la cita podríamos hablar abiertamente sobre todo. Ahora sí quería conocerle de verdad. Me había abierto las puertas de su corazón de par en par, yo había entrado en él y para mí ya no había escapatoria. La respuesta a su pregunta era sí. Sí quiero. Sí quiero conocerte. Sí quiero tener una cita contigo.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora