Capítulo 15.-Doctor Warren.

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La consulta del doctor Warren parecía la de un pediatra. Había dibujos infantiles por todas las paredes. La enfermera me dejó allí, en la silla de ruedas, junto al gotero. Dijo que el doctor no tardaría. ¡Dios mis padres me habían enviado al psiquiatra! ¡pensaban que estaba loca! Yo no estoy loca, pero si la vida continúa tratándome tan injustamente, acabaré estándolo.

La puerta de la consulta se abrió a mis espaldas. Oí un fuerte golpe seco. Intenté girarme como pude. Ví a alguien tumbado en el suelo, boca abajo.

-¡Qué ostia me he metido!-dijo el chico de bata blanca.

-¿Estás bien?-pregunté aguantándome la risa.

¡Cuánto tiempo sin reirme! el karma me estaba dando una tregua.

-¿Dónde están mis prismáticos?-palpaba el suelo con las manos buscando sus gafas.

¡Dios estaba cegato perdido! Se había puesto a cuatro patas y gateaba por el suelo buscándolas. Iba en dirección contraria al lugar donde habían caído las gafas.

-A la derecha...-le indiqué.

Entonces se fué hacia la izquierda.

-No...a tu otra derecha.-me estaba divirtiendo.

Gateó entonces en la dirección correcta.

-¡Cuidado la mesa!-demasiado tarde.

Se dió con la mesa en toda la cabeza, pero encontró las gafas.

-¡Otro ostión!-dijo colocándose torpemente los prismáticos como él los había llamado.

¡Dios! ¡Ahora sé por qué había llamado así a las gafas! Eran enormes. Le ocupaban toda la cara. Eran de pasta negra y los cristales...Dios los cristales..eran gordísimos, le aumentaban el tamaño del ojo como si llevara lupas. Uno de ellos se había agrietado por completo.

-¿Me falta un ojo?-dijo poniendo una mano sobre la parte rota de las gafas y buscando por el suelo.

¿De verdad estaba buscando su ojo?

-Se te ha roto un cristal de las gafas. Los ojos los tienes los dos.-dije incrédula ante tal cómica situación.

-Ah vale perfecto.-dijo sentándose en su silla de médico.

-¿Es usted el doctor Warren?-pregunté asombrada.

-Sí sí, el doctor Warren, yo soy.-dijo mirando sobre su mesa, desordenando los papeles que habían en ella.

-Entonces perdone que antes le tuteara. Es usted muy joven para ser doctor.

-Mi padre se ha jubilado. Yo soy Warren junior.-dijo miándome por esa única lupa, en que se habían convertido sus gafas.

Era un chico peculiar. Era moreno, con el pelo ondulado y un poco más largo de lo normal. Lo llevaba completamente alborotado, como si no se hubiese peinado aquella mañana. El único enorme ojo que le veía era de un verde intenso. Tenía un aspecto completamente desastroso.

-A ver a ver...-dijo arrimándose una carpeta a escasos centímetros de la cara, para verla bien.

-Bien...¿por qué se ha cortado usted las venas?-dijo bajando la carpeta y mirándome con su ojo verde.

-¿Perdone?-me quedé con la boca abierta.

-Sí...ya sé...cuesta admitirlo, pero ha de sincerarse con usted misma...señorita Curtis.-dijo poniéndose un boli en la oreja.

¡Dios mío este tío no se entera de nada! Levanté mis manos y le enseñé mis muñecas para que viera que las tenía sin heridas. Arrugó la frente y achinó los ojos como si no viera lo que le enseñaba. Se las arrimé todo lo que pude.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora