Capítulo 3.-Chico misterioso.

106 11 2
                                    

Me levanté por la mañana con un terrible dolor de cabeza. También me dolía la garganta, no podia casi tragar. Fui hasta el cuarto de baño y cuando me miré en el espejo me desmoroné. ¡Oh Dios...mi cuello! parecía como si un látigo lo hubiera azotado. Podian verse claramente los dedos de Eric marcados en mi piel. Marcas moradas que íban a ser imposibles de disimular.

Mi pelo castaño y mis ojos negros, siempre me habían dado un aire como de fuerza, o de seguridad. Por lo menos eso me decia Alice. Pero hoy estaba completamente derrotada.

Me metí en la ducha y dejé que mis lágrimas se mezclaran con el agua. Mis sollozos se fundían con el ruido del chorro estrellándose contra el suelo. Me enjaboné y noté la debilidad en mis brazos. Apenas había cenado, y mi corazón dañado hacía que se me escurrieran las fuerzas por el desagüe.

-¿Te duele la garganta Claire?-me preguntó mi madre la noche anterior, cuando por fin salí al comedor.

-Sí mamá. Creo que me he resfriado.-dije tocándome el pañuelo que había enrollado a mi cuello.

Según mi padre, Eric se había presentado en casa para que le firmara unos documentos, y con la característica amabilidad de mi padre, le había invitado a cenar.

Yo creo que los documentos habían sido una excusa. Dejaría a la morena en su casa y después me llamó. Como no le contesté decidió venir a buscarme.

-Cariño come algo...-me dijo mi madre en la cena. Pero yo no podía. Solo el echo de tragar saliva me producía un dolor insoportable.

Eric conversaba con mi padre sobre temas de la empresa. En otras circunstancias me hubiera quedado embobada escuchándole, pero en ese momento me sentía ultrajada, engañada y maltratada. Pero lo que más me dolía, era que en el fondo...le seguía queriendo.

Salí de la ducha y me vestí despacio, sin fuerzas, a cámara lenta. Puede que mis vaqueros favoritos y mi blusa de raso verde, quisieran abrazar mi cuerpo aquella mañana y ayudarme a salir a la calle.

Decidí dejarme el pelo suelto. Sería un buen aliado junto al pañuelo, para ocultar la ira de Eric sobre mi piel.

El olor a pan tostado me hizo reaccionar. Aunque no sé si podría deslizarse por mi delicada garganta.

-Buenos dias Claire. ¿Has dormido bien? no haces buena cara.

-Estoy bien mamá...¡uy!-me puse la mano en la garganta.

-¡Claire, no tienes voz, estás completamente afónica!

Mi voz había sonado como un disco rayado. La fuerza de las manos de Eric había llegado hasta mis cuerdas vocales.

-Ya te he dicho que me he resfriado mamá. No tiene importancia.-dije hablando como pude.

-¿Te cojo hora en el médico?-dijo mi madre preocupada.

-No mamá. Un vaso de leche calentita bastará.-dije restando importancia al asunto.

-Te lo preparo enseguida cariño. Mientras sal al recibidor. Hay una sorpresa para tí. Lo han traído de buena mañana.

Hice un gesto de extrañeza. ¿Una sorpresa? espero que buena. Las últimas sorpresas que había tenido no resultaron muy agradables.

Encima de la mesa de la entrada había un enorme ramo de rosas rojas. Mi madre las había puesto en agua, y hacían un gran contraste con los muebles blancos. Había una tarjeta enganchada a un tallo con un lazo. En la solapa del sobre ponia mi nombre, y pude comprobar que nadie lo había abierto.

Respiré hondo. No sé si quería leer la tarjeta o no. Ya me imaginaba de quién era. Suspiré de nuevo y abrí el sobre.

"Claire perdóname. Siento mucho lo de anoche. Come hoy conmigo. Pasaré a recogerte. Mimos para mi osita."

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora