Capítulo 25.-El vuelo de la muerte.

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Estaba oscuro y me costaba respirar. El maletero del coche me aprisionaba y me asfixiaba. Aunque medio inconsciente, recordaba como en un sueño, que me habían bajado por las escaleras entre Alan y Eric. Creo que tuvieron suerte y no se encontraron con nadie. Camila debió bajar por el ascensor porque no la recuerdo. Al llegar al parking, metieron mi cuerpo medio inherte en el maletero del coche de Eric. Sentí dolor en el brazo, no tuvieron demasiada delicadeza al meterme allí, como cuando guardas una prenda de ropa en una maleta, y lo haces haciendo una " bola" con ella, sin tener la consideración de doblarla con cuidado.

El motor del coche rugió y nos movimos. Sabía que era el final. Que me dirigía a un futuro incierto, en el que lo único que sabía era que íba a morir. No volvería a ver a Alice, ni a Bryan... ni a mi Warry. Mis padres no entenderían mi muerte, y el pensar que mi suicidio iba a ser una mentira, me creaba ansiedad por momentos.

Oí sirenas de la policía cuando salíamos del edificio. ¿Habría avisado Alice a la policía? ¿se habrían presentado en la agencia a buscarme? ¿o quizás sería un coche patrulla que se cruzó con nosotros? Tampoco estaba segura de que Alice hubiera grabado la conversación. Yo ni siquiera sabía dónde tenía esa aplicación en mi móvil, porque nunca la había gastado, pero ella...no sé, ella era periodista. Tenía esa esperanza.

Me sentía como si estuviera borracha. Mi cerebro enviaba órdenes a mis extremidades para que se moviesen, pero éstas no obedecían. Espero que éste estado de semi inconsciencia, durara en mí lo suficiente para no darme cuenta del momento de mi muerte. No quería sufrir. Si pudiese elegir a mi asesino elegiría a Alan, era más profesional, en cambio Eric... él se ensañaría conmigo seguro. ¡Dios! me dí cuenta de lo macabros que eran mis pensamientos y eso me hizo estremecer. Yo debería estar ahora en la agencia de mi padre, eligiendo qué foto quería hacer, y no secuestrada en el maletero de un coche, eligiendo cual debería ser mi asesino.

No sabía dónde nos dirigíamos. Creo que llevábamos ya un buen rato en el coche, o por lo menos eso me parecía. Me notaba fría y entumecida, quizás mojada. Es probable que me hubiera orinado encima, porque no tenía ningún control sobre mi cuerpo. Dios... esa sensación de no poder mandar sobre mi cuerpo me daba una impotencia brutal, pero lo cierto es que tampoco era capaz de controlar mis pensamientos. Mi vida pasaba fugaz ante mí y un coctel de sentimientos y emociones fluían por mi piel.

Creo que podía oír voces. No sabía lo que decían, pero las escuchaba en el interior del coche. Llamaron mi atención y me sacaron de mis pensamientos. Incluso oí una chirriante risa, la de Camila. Aquella mujer me resultaba realmente malvada. Y encima estaba embarazada de Eric. ¿De verdad sería capaz de criar a un niño con su retorcido corazón? ¿ambos serían capaces de hacerlo? quizás ese niño nacería destinado a vivir una vida de sufrimiento y maltrato, o en el mejor de los casos nacería en la cárcel y sería dado en adopción. Sería lo mejor que podría pasarle. En realidad sentía compasión por Camila, no le esperaba una vida fácil con Eric, aunque ella ya sabía demasiado cómo era, quizá le íba el rollo masoquista, pero a mí desde luego no. A mi me hubiera gustado vivir una maravillosa historia de amor. Un amor que nunca llegó. Moriré sola, sin haber conocido a nadie que me amara de verdad.

El coche se había detenido. Inmediatamente se paró el motor y pude oír claramente tres portazos. Habían bajado del coche. Había llegado el momento. Me inaginaba estar en algún sitio inhóspito y solitario, en el que les resultara fácil asesinarme. Esperaba ansiosa que levantaran la puerta del maletero, pero ignoraron mi angustia entreteniéndose en alguna supérflua conversación. "¡Vamos, sacadme de aquí, no aguanto más!" Parecieron leer mis pensamientos.

Una inmensa y poderosa luz parecía querer quemar las retinas de mis ojos. La oscuridad que hasta ahora me había cegado, fue desterrada por la claridad que entró en el maletero al abrirlo. Apenas con los ojos entornados, era incapaz de ver nada. Del mismo modo, mi cuerpo seguía sin querer coordinar ningún movimiento. Me sacaron de allí sin ninguna delicadeza, como si fuera un animal muerto.

Indigente | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora