"¿Alguna vez has sentido que no hay nadie en el mundo que te quiera?"
¿Tío David? Frunci el ceño, ¿Quién se creía él?
- No la adoptamos David -dijo el señor Maslow serio- es mi paciente.
- ¿Y desde cuando traes a vivir a una de tus hermosas pacientes a tu casa? -dijo sin dejar de mirarme-.
- Sólo será temporal, hasta que este bien.
- Bueno, yo lo estoy ahora -dijo sonriendo-.
Subió rápidamente los escalones hasta llegar a mí, sé paró frente a mi quedando a milimetros de distancia entre los dos.
Mi respiración era agitada, la mezcla de aromas era confusa para mí; quizás cigarrillos, colonia y menta.
- Eres mas ardiente de cerca.
Sus palabras hicieron que me sonrojara.
- ¿Cuantos años tienes? ¿20? ¿22?
-me pregunto-.- 18 -menti sin saber el porque-.
- ¿18 eh? Interesante.
Se acercó peligrosamente mas a mi, acarició mi mejilla, con su pulgar acarició mis labios.
- Fascinante.
- ¿Qué cosa? -pregunte nerviosa-.
- Tus labios, son....perfectos, la curvatura, el tamaño, su grosor, un rosado natural único -acaricio otro poco mis labios y metió su pulgar a su boca lambiendolo- son dulces...aunque no lo sé con exactitud, debía probar mi hipótesis; ¿No lo crees linda?
Me alejé nerviosa, sabía que esto estaría mal.
- Hey...¿Porqué te alejas de mi preciosa? -me dijo el-.
- No lo conozco.
- Tienes razon preciosa, David Maslow, un placer.....¿Cuál es tu nombre preciosa?
- Agnes.
- ¿Agnes? Mm...excitante, pensaré en ti cuando necesite masturbarme.
Mi cara me ardía, sabía que me estaba quemando por dentro ante la sinceridad de sus comentarios.
- Bueno...me gusta tu nombre Agnes, pero preferiría decirte preciosa, porque eso eres, a mi me puedes decir cariño, amor, papi, papasito, guapo; como mi reina quiera llamarme -tomo mi mano y la beso-.
- Deja de coquetearle David -dijeron detras de nosotros, reconoci su voz, el señor Maslow-.
- ¿Sabías que interrumpiste? -dijo David-.
- No interrumpi nada -dijo serio- Agnes ve a tu habitación, ahora.
"Algún día voy a verte y no voy a sentir absolutamente nada."
- Pero...-el me miro molesto-.
- ¡¿Acaso estas sorda Agnes?! -grito- ¡Te dije que te largaras a tú habitación! ¡¡Joder!! ¡¡Obedece!!
Mis ojos se humerecieron y corrí hacia mi habitación, había creído que él era buena persona, pero no lo es, todos son iguales.
Sabía que no debía enamorarme de nuevo, maldita sea Agnes que estúpida eres.
Cerré la puerta con seguro, me recargue y me dejé caer hasta el suelo sentada sin parar de llorar.
¿Porqué él? ¿Porqué justamente él?
- Agnes...-escuche tras la puerta- preciosa, soy David, abreme.
- ¡Vete! -dije llorando-.
- ¿Crees que me iré sabiendo que estas mal? No, me quedaré aquí el tiempo que sea necesario para que me abras -se sento en el suelo recargado en la puerta-.
Suspiré, no sabía si confiar en él o no, lo había hecho en el señor Maslow, ¿Y qué paso? Paso que volvieron a lastimarme.
Soy demasiado estúpida, por creer de nuevo, por tener la necesidad de tener a alguien que me haga sentir segura.
- Preciosa...me preocupas -dijo en voz baja tras la puerta-.
- Lo dudo -dije-.
- Bueno, si no me quieres abrir hare lo necesario para que lo hagas, o al menos hacerte sentir mejor.
Frunci el ceño, ¿Hacerme sentir mejor? Lo dudo, nada me haria sentir mejor ahora.
Escuche que tocaban una guitarra.
- Hoy, tu cara me lo dice todo, en silencio me hablas de algun modo, algo no te deja ser feliz.
Se, la vida no es cuento de hadas y vamos de la fe a la nada, tratando de sobrevivir, no hay dificl camino, si estamos juntos tu y yo.
Si vas en caida libre, y te sientes derrotada, yo te entregare mi alma para curar tu dolor, no te dejare rendirte yo te sanare las alas corazones invencibles, por la fuerza del amor...Habia dejado de llorar y sonreía levemente, el era muy dulce y amable conmigo.....
ESTÁS LEYENDO
El Psicólogo y La Suicida. (EDITANDO)
Teen FictionLa Suicida. Quizás solo este cansada de vivir, una vez que mueres nadie puede hacerte daño, estas libre. Me gusta dormir porque es mi escape a la realidad y también es como morir por unas horas. No me siento bien, no estoy bien. Necesito ayuda. El P...