7. Día cuatro: Carter Reynolds.

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—Mack, tal vez tu nunca dejaste de importarles, solo que ese odio que ellos creen que te tienen fue opacado, pero su cariño sigue vivo— intentó ayudarme Dustin.

—Tan vivo... que duele— murmuré mirándolo.

—Tranquila— me abrazó.

Es primera vez que Dustin me abraza, lo conozco hace muy poco y no es como para confiar en él, pero es lo que me inspira y además ahora es cuando más necesito a alguien.

—Es como si tuviera que tener un accidente para que reaccionaran y se dieran cuenta de lo que hacen— espeté de pronto separándome de Dustin.

Él me miró confuso y luego analicé lo que dije.

—Y si...

—NO— me interrumpe— con algo así no se juega Mack, no estoy dispuesto a ayudarte con ese tipo de cosas.

Resoplé.

—Bien, era solo una idea— me encogí de hombros.

No habría sido mala idea fingir un accidente. Pero Dustin tiene razón, es como jugar con fuego.

— ¿Que te dijo mamá cuando la llamaste? — le pregunto.

—Se preocupó, pero le expliqué que solo había sido un desvanecimiento producto del estrés y que estabas bien.

—Que bien... yo...

— ¿Que hacen dos jóvenes fuera de clase? — escuchamos la voz de la señora Baker.

—Estábamos en enfermería— explica Dustin.

—Pues si ya acabaron se marchan de una vez a clase— palmeo sus manos mientras nos alejábamos.

Es un nuevo día hoy y con Dustin tenemos planeado un mejor plan. Según él me decía, debemos comenzar por el inicio, algo lógico que no se me había ocurrido, ¿Cómo comenzó todo? Eso tiene nombre y apellido: Carter Reynolds.

Entré a la escuela con mi móvil pegado a mi oreja.

—Recuerda observarlo para que al menos sienta esa señal de que te acercarás a él— me decía Dustin.

—Lo sé, Dustin ¿Dónde diablos estás?

—Voy conduciendo a la escuela, es que me quedé dormido.

—Apresura el paso, no pienso hacerlo sola.

—No estás sola, no lo olvides nunca.

Sonreí para mí misma.

—Okey, te espero junto a mi casillero.

Colgué y me dirigí hasta el sintiendo que tenía una de las mejores suertes, ya que el casillero de al lado le correspondía al mismísimo Carter.

Me quedé ahí para sacar mis cosas y guardar otras, y ya terminado la cerré y fingí ver mi móvil hasta que Carter llegara. Cuando lo hizo simplemente me ignoró. Por otra parte, yo me volteé hacia él y lo miré detenidamente. Él, de vez en cuando me miraba algo incómodo, hasta que yo creo que no aguantó más.

— ¿Que miras? — me cuestiona.

No lo hizo en un mal tono de voz, ni seco, ni enojado, pero tampoco simpático.

— ¿Cómo estás? — dije, sin otra ocurrencia.

—No me quejo ¿Y tú? — me miró.

¿Acaso estoy interactuando con Carter? Él... él acaba de preguntarme como estoy. Mátenme.

—No me quejo— repetí, aunque no fuera cierto.

Él soltó una pequeña risa.

—No creo eso después de que te hayan insultado unas cuantas veces— soltó.

—Da igual, creo que estoy acostumbrada luego de tres años.

Me dio una sonrisa melancólica.

—Son... impulsos... creo— titubeó.

—Impulsos que tu iniciaste y le traspasaste a los demás— me atreví a encararle.

— ¡Carter! — lo llamó alguien desde atrás y según pude ver, era Nash.

—Debo irme perdedora— alzó un poco la voz— lo siento— susurró después y se fue.

¿Por qué? ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué habló conmigo de lo más normal? ¿Por qué no me insultó? ¿Por qué alzó la voz para llamarme perdedora? ¿Y por qué luego se disculpó? Me volveré completamente loca, como dice Luke que estoy.

—Mack— escucho a Dustin y lo veo justo frente a mí— ¿Estás bien? Te veo muy pálida ¿Ocurrió algo?

—Me pidió disculpas— susurré— habló conmigo.

— ¿De quién hablas, Mack? No te entiendo.

—De Carter, Dustin, Carter habló conmigo como si aún fuésemos amigos.

Dustin sonrió.

—Sí, pero, no te ilusiones. Debes hablar con él seriamente en el receso de almuerzo, esto te da ventajas.

— ¡Tengo hambre! — exclamé saliendo del aula seguida de Dustin.

—Tengo un sándwich de crema de maní ¿Gustas? — me lo ofreció e hice una mueca de asco.

—Dustin, tu trasero lo aplastó en la clase de Literatura, no voy a comer algo así por muy delicioso que sea.

Él me lanzó una risotada en la cara.

—Vamos a la cafetería, allí te alimentaras con algo más apetecible.

Reí yo esta vez y caminamos hasta ella. Luego de conseguir comida me coordiné con Dustin en mis movimientos y me senté descaradamente en la mesa donde todos mis ex amigos estaban; junto a mi Carter y Jake.

Se hizo silencio y todos me miraban extrañados. Abrí mi sándwich, tomé la mostaza y comencé a verter una cantidad exagerada, lo mismo con la mayonesa. Ahora iba a llevarme el sándwich a la boca, pero me detuve antes de darle una mordida.

— ¿Se me van a quedar mirando así todo el día? — cuestioné como si nada hubiese pasado.

— Cínica— murmuró Cameron y se levantó de la mesa junto con los demás.

Pero me aseguré de que Carter no se moviera.

— ¿Qué quieres? — la amabilidad de antes ya no está.

—Quiero saber detalles del día en que supuestamente me viste besándome con Aaron— respondí.

—Prefiero no recordarlo.

— ¿Por qué?

—Porque rompiste una de las reglas...

—No sé por qué te sigues excusando— espeté— yo sé que no hice nada, y eso me lleva a pensar... a sospechar que tú inventaste todo, que tú, desde que éramos muy pequeños me tienes un pequeño resentimiento y lo mejor fue culparme de algo que yo no hice para deshacerte de mí ¿No?

Su expresión cambió ante lo dicho, he logrado que se molestara.

— ¿Tú crees que yo inventé todo? Yo sé lo que vi, a mí no me tomas por mentiroso. Además, si hubiese mentido no te hubiéramos encontrado unas semanas después en la cama junto a Aaron.

—Escucha Carter, esto es lo último que te diré para que no tengas problemas con los chicos y termines como yo— suspiré— tú o alguien metió algo en mi jugo de naranja ese día ¿Sabes por qué lo digo? Por qué no cualquiera se marea con un simple jugo de naranja, se duerme y luego despierta desnuda junto a un amigo sin ninguna explicación.

Tomé mi sándwich y me alejé de él.

Sé que no tengo derecho a juzgarlo, pero lo que dije es lo que pasó y lo que creo con respecto a que alguien le metió algo a mi jugo. Eso lo hará reflexionar.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora