La desterrada › Old Magcon

16. Olvida que estamos peleados.

— ¡MAMÁ! — grité sentándome en la cama de un salto.

¿Que había sido eso? ¿Un sueño? Era muy extraña la forma en que mamá me hablaba, era como si una parte de mi fuera mala y la otra buena, me siento extraña.

Me levanté a mitad de la noche y me dirigí a la primera planta para sacar un vaso de agua en la cocina. La casa estaba tan sola que me asustaba, por lo que bebí mi vaso con agua y subí rápidamente... pero decidí subir al tejado, después de todo hacía calor y el aire fresco de la noche no me haría mal. Me quedé bajo las ramas del árbol que tenía justo al lado, un árbol hermoso he increíblemente grande, me daba oscuridad y podía ver la luz de la luna sin que las luces de los postes de la calle me molestaran. Respiré profundo y de pronto una luz amarilla en la casa de enfrente llama mi atención. Miré con disimulo, pero no vi a nadie importante, claro, solo Nash estaba ahí. Segundos después esta se apagó, pero la luz de una potente linterna apareció en el tejado y luego un brazo, una cabeza y así hasta que Nash apareció por completo. Se sentó en la misma posición que yo y bajó su cabeza. Apagó la linterna y observó la cuadra completa con curiosidad, como si quisiese que no lo vieran. Ya al fin asegurado jugó unos segundos con los botones de la linterna sin encenderla, su actuar era raro. Hace tiempo no lo veía subirse al tejado de su casa, cuando ambos hablábamos a través de señas y movimientos estúpidos.

Alzó su vista y miró mi casa con determinación, desde abajo hacia arriba, y hasta entonces esperaba que no me viera. Sus ojos celestes podía verlos perfectamente a la distancia que nos encontrábamos, y también podía notar que intentaba ver con claridad justo en el lugar que yo estaba ahora. Frunció su ceño y tomo la linterna con lentitud. Se lo que hará y me está poniendo nerviosa. Sospecha que estoy aquí.

Su linterna se encendió y me apuntó directamente a la cara, cosa que me hizo gritar de dolor de los ojos y a él de susto.

— ¿Qué haces ahí a esta hora, Mackenzie? — me pregunta serio, pero no le salía por que intentaba reprimir su risa, por el susto vivido.

—Lo mismo me pregunto— espeté y me reí sin humor.

—Quería tomar aire— me respondió.

— ¿Ah sí? Fíjate que yo también.

Ambos guardamos silencio.

— ¿Que tal todo con Dustin? — pregunté sin más.

—Es una gran persona...— se calló

— ¿A diferencia de mí? Sí, lo sé. Les salió barato reemplazarme.

Nash chistó.

— ¿Cómo está tu cuello?

Me sorprendí por su pregunta.

—Aam... bien supongo, había olvidado que la tenía.

Suspiró.

—Bien, ya me voy— dije poniéndome de pié.

—Espera, Mackenzie— me habló.

— ¿Si?

— ¿Tienes algo que hacer mañana después de clase?

Oh... Dios... mío. ¿Acaso me va a invitar a salir o algo? Porque si es así es una muy mala broma.

—No, no te voy a invitar a salir— habló.

Esperen, ¿Dije eso en voz alta?

—No lo dijiste en voz alta Mackenzie, solo necesito tu ayuda.

¿Se dan cuenta como me conoce a la perfección?

— ¿Ayuda en qué? Me sorprendes Nash.

—Bueno... sé que me arrepentiré luego de esto, pero, olvida por esta noche y mañana que estamos peleados ¿Okey?