La desterrada › Old Magcon

34. Días inesperadamente malos.

— ¡Felices vacaciones alumnos! — Dice el director mientras ve salir a cada alumno de la escuela— Nos vemos el próximo año señoritas— nos dice a mí y a Lina.

Nosotras sólo sonreímos y nos fuimos.

—Salir de vacaciones es como quitarte un peso de encima— comenta Lina.

—Gracias al cielo— dije alzando mis brazos dramáticamente.

—Gracias al cielo las encontré— oímos a Mahogany exclamar y nos volteamos.

— ¡Maho! — decimos ambas y la abrazamos.

—No las veía entre tanta multitud— suspira Maho.

—Bueno, al menos ya estamos aquí— le sonreí.

— ¿Y Dustin? — Dice Lina mirando hacia todas partes— es el único que falta.

—Siempre impuntual— Maho rodó sus ojos.

Nos reímos.

— ¿Hablaban de mí? — dice Dustin llegando sorpresivamente hasta nosotras.

—Claro, la impuntualidad es lo tuyo— las tres reímos más fuerte aún.

Él negó y nos saludó a las tres con un beso en la mejilla. Vi de reojo como Maho jugaba con sus manos cada vez que Dustin se acercaba mucho a ella, pero sólo la dejé ya que al parecer Dustin no sabe nada.

—Bueno— habló Dustin— ¿Cuál es el primer plan de nuestro plan? Valga la maldita redundancia— agregó finalmente.

Lina lo miró mal.

—Deberías saberlo, Mackenzie ya no vive allí— lo regañó Lina.

—Cierto, bueno Mack, tu hermana ya está viviendo allí, pero al parecer nadie la ha visto y sólo por una razón.

— ¿Cuál? — dijimos las tres al mismo tiempo.

—Descúbrelo tú misma.

—Me asustas, Dustin.

—Adelante— me animó a seguir caminando y así fue hasta que llegamos a lo que era mi antiguo vecindario.

—Todo se ve normal— dije.

—Cualquier cosa nosotros estaremos aquí para ti— agrega Maho.

—Aquí vamos— me dije a mi misma.

Comencé a caminar hasta mi antigua casa y al llegar toqué el timbre varias veces.

— ¡Voy Lucy, no desesperes! — oí el grito de su voz.

Si estaba, era ella, diablos los nervios me van a consumir. Pero cree que soy Lucy.

De pronto, la puerta se abre y el aire que llenaba mis pulmones desapareció ¿Qué era esto? ¿El fin? ¿El inicio? Mi pecho soltó un gran suspiro de alivio inconsciente que me hizo sonreír, ya que la esperanza de volver mi vida a la normalidad estaba frente a mí. Pero también mi sangre estaba ardiendo de rabia y euforia, mi cabeza se llenaba de preguntas a problemas nuevos y de soluciones a problemas viejos. Ella, la chica que ahora estaba frente a mí había hecho de mi destino un desastre, pero como todos saben el villano nunca es el triunfador.

Su cara se llenó de terror e inmediatamente fue a cerrar la puerta, pero la detuve antes de que lo hiciera y entré en la casa.

—Fuiste tú— susurré señalándola y ella negó aún con el terror en su rostro— ¡Fuiste tú! — le grité y le di una cachetada que le dio vuelta la cara. Me sentía extraña cuando alguien más era yo y ahora me encontraba golpeándola. Era como golpearme a mí misma.