13. Me cree.

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—Quiero salir de aquí— le susurré.

—Lo sé, pero hay que cuidar tu mente.

— ¿Me tomas por loca?

—No, no, solo... no quiero que vuelvas a querer morir— bajó su mirada y rodé mis ojos.

—Dustin, te prometo que jamás voy a pensar en eso, los pocos días que has pasado conmigo han sido geniales y muchas gracias por eso y por tu apoyo, yo ya te considero mi mejor amigo o hermano más bien.

—Me enorgulleces— fingió llorar.

—Dame un abrazo, grandote— abrí mis brazos y se acercó a mí para abrazarme.

—También eres mi mejor amiga o hermana como sea— habló en mi oído.

De pronto sentí que paso un brazo por debajo de mis rodillas y me cargó en sus brazos.

—Ahora nos vamos de aquí.

—Dustin bájame ¿Quieres secuestrarme?

—Algo así— se rió y me bajó de sus brazos dejándome en el helado piso— a propósito, entre al equipo de rugby de la escuela— palmeó la chaqueta que traía puesta de su equipo.

—Ya me di cuenta ¿Entonces eres popular? — cuestioné rodeando la camilla para buscar mi ropa.

—Eso creo— se encogió de hombros.

—No creo que tengas muy buena reputación si te juntas conmigo.

—De eso quería hablarte.

Alcé mis cejas y me volteé hacia él.

— ¿Ah sí?

—Es que Cameron y Nash se acercaron a mí y me dijeron muchas cosas.

— ¿Que te dijeron esos imbéciles? Supongo que no les creíste porque sospecho que pudo haber sido.

—Me dijeron que no eras una buena chica y que estoy cometiendo un grave error al estar contigo. Que solo jugabas conmigo, que me estabas lavando el cerebro y que si quería unirme a ellos.

— ¿Te invitaron a entrar a Magcon? — Dije sorprendida— ¿Que les dijiste?

—Que sí.

—Espera... ¿Qué les dijiste? Creo que no te oí bien.

—Les dije que sí, Mackenzie.

Acaba de decir mi nombre como es. ¡Qué diablos!

—Supongo que es una broma— lo miré incrédula.

—No es una broma Mackenzie, entré Magcon.

—Me dices que soy tu mejor amiga y ahora me dices que eres otro más de esos idiotas, ¡Maldita sea Dustin! ¿Cómo es posible que no pueda confiar en nadie?

Él rió y mi histeria aumentó.

—Mackenzie...

—Sal de aquí ahora, no quiero verte nunca más en la vida— gruñí al punto de que lagrimas salieran se mis ojos.

—Pero...

— ¡Vete! — le grité abriendo la puerta.

—No seas infantil, por favor.

— ¡Maldito imbécil te dije que te vayas! — lo empujé hasta que salió y tras ello Shawn entra algo confundido.

Cerré la puerta respirando agitada.

— ¿Que sucedió? — dice Shawn señalando la puerta.

Lo miré frustrada y me acerqué a él para llorar en su pecho.

—Tranquila Mackenzie ¿Por qué peleaste con tu novio?

No respondí.

Todo me pasa a mí maldita sea. Ya no se puede confiar en las personas. Las palabras jamás serán algo que se diga con el corazón. Maldito mundo, maldito Dustin.

—Vuelve a la cama Mackenzie, tienes que descansar.

Me despegué de él y volví a la camilla.

— ¿Qué pasó? ¿Terminaste con tu novio?

—Ese imbécil no es mi novio, nunca lo fuimos.

— ¿En serio? Todos creíamos que...

— ¿Todos? ¿Cuáles todos, Shawn?

—Él entró a Magcon diciendo que eran novios y que hoy, es decir ahora, iba a terminar contigo de la peor forma.

—Maldito mentiroso.

Él me miró dudoso.

—La verdad me cuesta creerte— confesó

—Entiendo— me acerqué a mi mochila y saqué los papeles que confirmaban mi virginidad. Dustin me los había traído.

Me acerqué a él y se los extendí.

—Espero que te sea suficiente es lo que hasta ahora tengo.

— ¿Qué es esto? — los miró con desconfianza.

—Son los papeles que confirman mi virginidad, es una carta escrita por la doctora que me atendió mientras estaba inconsciente. Si no me crees me puedes acompañar la próxima vez y ella misma te lo dirá.

Leyó atentamente y al finalizar me miró serio.

—Y aclarar que mis labios no han tocado ningún otro que no hayan sido los de Sam. Además, supuestamente Carter fue el que me vio.

— ¿Cómo es posible? Yo te vi ese día con Aaron en...

— ¿Me crees o no? Yo sé que, si me desperté con Aaron, pero puedo jurarte por Dios que con él no pasó nada. Absolutamente nada.

Suspiró.

—Si te creo Mack.

Sonreí. Qué lindo es volver a escuchar de su boca la mitad de mi nombre.

—Gracias— dije y volví a abrazarlo.

—Bueno, ya tengo que irme, solo te diré lo último.

—Está bien.

—Hay una canción que tengo escrita para ti desde hace 7 años.

— ¿La escribiste a los 10 años?

—Si era bastante pequeño, así que tal vez la encuentres estúpida.

— ¿La tienes ahora?

—No, pero te la daré en la escuela.

—Oh bien ¿Y cómo se llama?

—No le puse un ritmo así que solo tendrás que leerla— rascó su nuca nerviosa.

—Shawn, te pregunté algo.

Se acercó a la puerta lentamente y la abrió.

—Shaaaawn— insistí y se rió con nerviosismo a flor de piel.

—Se llama... «Te amaré por siempre»

Y se fue.

—Pero Shawn...

Grandioso, ese chico me ha dejado con la palabra en la boca. 

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora